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Despidiendo el 2013



Ahora que el final del 2013 se acerca, ha llegado el momento de hacer el ya habitual balance del año. Normalmente, a todo el mundo nos da por pensar en los últimos días de diciembre en todo lo bueno, lo malo o lo que no nos ha ocurrido en este año que se va.

En general, puedo decir que ha sido un año bastante bueno, sobre todo a partir de la segunda mitad del año, pues fue a partir de junio cuando terminé segundo de bachillerato, hice selectividad, me aceptaron en la carrera universitaria que quería y... volví a tener vida.
Antes de terminar el colegio, pasé unos días con mis compañeros de clase en Madrid. Fue algo así como nuestra despedida, y la verdad es que nos vino bien desconectar unos días de tanto libro y apunte. Ya había estado en la capital española, ¿pero quién dice que no a un viaje con amigos?
Además, he hecho otras escapadas nacionales a Morella, Segorbe, Navajas, La Costa Blanca o Salamanca.
Pero, sin duda, el premio al mejor viaje del año se lo lleva Viena, (¡Otro país tachado de mi lista, yap!) lugar en el que estuve visitando a una amiga que está allí disfrutando de su año Erasmus.


¡Ah! ¿Y qué sería de un nuevo año si no escribiéramos nuestros buenos propósitos? En este nuevo año que comienza me gustaría en cuanto a viajes se refiere...
  • Visitar al menos dos países en los que no haya estado todavía.
  • Volver a hacer otro intercambio de idiomas.
  • Hacer (aunque solo sea un tramo) de El Camino de Santiago. 
  • Hacer un viaje con mis amigas de la universidad —sí, ¡sé que es todo un reto, mis bellas traductoras, pero todavía no he perdido la esperanza! jajaja—.
  • Hacer, al menos, un viaje con la familia.

¿Hay algún viaje a la vista en el 2014? La respuesta es sí. Y, aunque todavía quedan cuatro meses ya está todo cerrado. ¡No sabéis la ilusión que me hace! Aunque ya está todo contratado, soy un poco reacia a revelar el destino de este nuevo viaje por si acaso trae mala suerte o algo por el estilo (ya que es la primera vez que lo hemos organizado todo por nuestra cuenta sin ayuda de nadie), ¡así que ya os revelaré el destino cuando se acerque la fecha!
Como todavía quedan cuatro meses, podéis hacer vuestras apuestas ;) 
Además de este viaje, tengo otro, pero que todavía está en idea de proyecto, ¡así que todo se verá! Aunque espero que vayan apareciendo más oportunidades de viajar conforme vaya transcurriendo el año. Tranquilidad, tiempo al tiempo...

¿Qué viajes le pides tú al 2014? 


¡Feliz Año Nuevo!
  

Diario de viaje: Viena (parte 6) - Austria

Nuestra visita al Palacio y los jardines de Schönbrunn terminó casi a las tres de la tarde y todavía estábamos sin comer. Sé que no parece una hora demasiado descabellada para comer —¡y menos para un español!—, pero en Austria se suele comer sobre la una y media así que, entre coger el metro y regresar al centro, comeríamos sobre las cuatro. ¿La solución? ¡Comer en Vapiano! Sí, no hacía ni veinticuatro horas que habíamos cenado allí y, sin darnos cuenta, ya estábamos otra vez en ese acogedor restaurante pidiendo pasta con salsa de setas y una pizza para comer.





La mañana y parte de la tarde se fue en un abrir y cerrar de ojos. En un principio, Mireia había planeado ir al Palacio de Belvedere, mi sitio más ansiado por visitar en Viena, pero como ya era tarde y pronto comenzaría a anochecer, decidimos cambiar el plan e ir por la tarde a pasear por el Alte Donau.
A pesar de la humedad del río, pasear por el Danubio a esa hora de la tarde, fue todo un acierto. La prueba está en las fotografías, que salieron preciosas con la puesta de sol.

 


 



Y para colofón, después de haber guardado ayuno durante todo el día (nótese la ironía), nos fuimos a cenar a un restaurante típico austriaco llamado Bieriger. Y aquí, literalmente, es dónde encontré el paraíso: un restaurante austriaco, al que van locales y no está plagado de turistas. Pedimos el costillar de cerdo que, como se puede ver en la foto, son más de tres ristras de costillas servidas en una tabla, todo acompañado de patatas asadas, ensalada de col y cebolla y varias salsas. *-* Ni falta decir que estaba buenísimo y que recomiendo totalmente este sitio. ¡Se me hace la boca agua con solo recordarlo!
 


Chelo Caballero

Diario de viaje: Altea - España

La ciudad de Altea es uno de mis lugares favoritos de la costa Blanca. De hecho, intento ir cada verano al menos una vez. 
Para aquellos que no la conozcan, Altea es un municipio costero de la provincia de Alicante situado entre Calpe y Benidorm. Solo por su situación, ya resulta un destino muy atractivo para pasar allí las vacaciones de verano, pero el encanto de Altea va mucho más allá: los edificios de su casco antiguo pintados de blanco, las flores que adornan cada alfeizar y las vistas al Mediterrano desde su mirador invitan, sin duda, a soñar.



En los meses de verano, más de cincuenta balcones del casco antiguo exponen lienzos pintados, de forma que Altea se transforma en una galería de arte al aire libre. Se conoce con el nombre de Les balconades. En ellas, artistas profesionales, aficionados y estudiantes de arte —ya que en Altea se encuentra la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Miguel Hernández— muestran sus obras inspiradas en el lugar.


Uno de los productos más conocidos, son las originales velas hechas de forma totalmente artesanal con bonitos diseños variados.






Lo más característico de su casco antiguo es la iglesia de Nuestra Señora del Consuelo cuyas dos cúpulas captan la atención de todo aquel que pasea por sus calles hasta tal punto que son conocidas con el sobrenombre de Las cúpulas del Meditarráneo.
En la parte alta, junto a la plaza de la iglesia, es de visita obligada ir a los dos miradores marítimos, pues sus vistas no dejan, a ninguno de sus visitantes, indiferentes.






En la parte baja, se encuentra el paseo marítimo: el lugar idóneo para los puestecitos de playa o sentarse en alguna de las terrazas al atardecer.





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Este verano, no pude faltar a mi visita anual a Altea. 
¡Aquí os dejo el vídeo del verano 2013!



Diario de viaje: Viena (parte 5) - Austria

El día anterior, después de merendar en el Café Sacher, acabó con una cena en el restaurante Vapiano. Como podéis ver, otra cosa puede ser, pero hambre en el viaje no pasamos ;) 
Nunca antes había estado en Vapiano; no es un restaurante que esté en España, así que ni si quiera había oído hablar de él, pero me encantó. Su especialidad es la comida italiana, aunque es una cadena de restaurantes fundada en Alemania y que se ha extendido por un montón de países. —Sí, dos españolas, han viajado hasta Austria y  han comido en un restaurante de comida italiana, pero de origen alemán. ¡Viva lo internacional, qué no se diga!—.
Y cuando digo comida italiana, es la comida italiana de verdad. Además de estar buenísima, los platos están bastantes cumpliditos y ves como te hacen la pasta en el momento; razón por la que repetimos algún que otro día.

El tercer día, desayunamos en el Café Central que, junto al Café Sacher, es de los restaurantes más lujosos de Viena.
El restaurante estaba lleno, tanto de gente importante y de negocios como de algún que otro turista quien, como nosotras, había aprovechado su visita a la capital austriaca para disfrutar de este conocido lugar a la hora del desayuno.

Mireia se pidió una Apfelstrude (tarta de hojaldre de manzana con pasas y canela), uno de los postres más típicos de Viena junto con la tarta Sacher; y yo me pedí un crêpe de mermelada de albaricoque (ya os hablé sobre la afición de los austriacos por acompañar todo con mermelada de albaricoque jaja). Para acompañarlo, pedimos también café vienés.






Después de este delicioso desayuno, cogimos el metro para ir al Palacio de Schönbrunn.
Lo primero que hicimos, fue ir a sacar las entradas. Había bastante gente así que después de hacer cola durante varios minutos, conseguimos nuestras entradas para el pase de las 12:43.

Nos decidimos por el Tour Imperial que incluía la visita con audioguía por 22 salas. Lo bueno que tienen los palacios de Viena es que se puede pasear por los jardines sin pagar entrada alguna, así que después de nuestra visita, nos perdimos por los inmensos jardines de Schönbrunn.






Siento no poder subir ninguna foto del interior del palacio, pero no estaba permitido hacer fotografías. Así que tendré que conformarme con mostraros el edificio y sus jardines.





Pasear por los jardines de Viena, fue una de mis cosas favoritas del viaje. Tanto los jardines reales como los parques están muy limpios y cuidados.
Los jardines de Schönbrunn son enormes. Si la entrada al palacio ya es imponente, los jardines que se encuentran en la parte trasera, te dejan sin habla. Nosotras solo recorrimos una pequeña parte de ellos, no visitamos ni el zoo de Sisi ni el bosque privado donde solía cazar Francisco José por falta de tiempo. Lo bueno es que en ese momento empezó a despejarse, así que las fotos salieron con mucha más luz.





Desde el punto más alto de los jardines, se puede ver  gran parte de la ciudad de Viena. Aquí os dejo una foto para finalizar el post de hoy.



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¿Ya has visto el vídeo sobre todo el viaje a Viena?