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Kutná Hora, República Checa

La República Checa tiene muchas más ciudades que valen la pena visitar además de Praga, así que durante nuestro viaje por este país, optamos por viajar a otras dos ciudades checas y una alemana. Moverse por el país no es difícil y, me atrevería a decir que sus ciudades más importantes están bien conectadas. Además, hay que aprovechar los precios tan asequibles que se pueden encontrar en los billetes de tren y autobús, a lo que hay que sumar el favorable cambio de divisa.

Cuando estábamos planeando el viaje, barajamos la posibilidad de ir a Český Krumlov, Kutná Hora y Karlovy Vary. Pero, finalmente, solamente tuvimos tiempo para visitar dos ciudades checas además de Praga: Karlovy Vary y Kutná Hora. Y, como habréis deducido a partir del título, es precisamente esta última a la que va dedicada la entrada de hoy.

Nuestra visita a Kutná Hora fue prácticamente fugaz, pues tan solo estuvimos dos horas. Cogimos un tren desde la estación central de Praga y en aproximadamente una hora llegamos a la ciudad conocida por sus minas de plata. De hecho, hay varias minas en la ciudad y en sus alrededores que se pueden visitar mediante excursiones organizadas, pero como disponíamos de tan poco tiempo, preferimos quedarnos en el barrio de Sedlec y en el centro histórico.

La estación de tren de Kutná Hora se encuentra a las afueras de la ciudad. Sin embargo, como no es una ciudad grande, se puede ir de la estación al centro caminando en algo más de media hora. Esta opción fue la que escogimos nosotros ya que, de camino, aprovechamos para visitar el barrio de Sedlec.

Sedlec es un barrio de lo más peculiar, porque está prácticamente deshabitado (no nos encontramos con muchas casas ni edificios en el tiempo que estuvimos por allí), pero gracias a su conocido osario es de visita obligada en Kutná Hora. Se encuentra en la iglesia del Cementerio de Todos los Santos, aunque es la pequeña capilla del osario la que atrae más turistas. La "decoración" del osario está formada por más de 40.000 esqueletos humanos.  Reconozco que fue una visita un tanto escalofriante y quizás más bien propia de un personaje sacado de una novela del romanticismo, pero fue de lo más singular.




Junto con la entrada del osario, sacamos también la entrada para visitar La Asunción de Nuestra Señora, una iglesia que se encuentra a tan solo unos minutos a pie al lado opuesto del camino que lleva al osario desde la estación. De hecho, la divisaréis enseguida por sus dimensiones, que todavía llaman más la atención por estar situada en medio de la nada. A nosotros nos quedó pendiente subir al pasadizo de vigas de madera, pero aún así, valió la pena visitarla.




Después de visitar el osario y la iglesia, solamente disponíamos de poco más de una hora para que saliese el tren de regreso a Praga. Decidimos ir andando hasta el centro ya que, aunque hay autobús de línea, no sabíamos dónde cogerlo ni con qué frecuencia pasaba. Pensábamos disfrutar del paisaje y ver un poco más de la ciudad, pero lo cierto es que no fue una decisión muy acertada: tardamos más de media hora en llegar al centro caminando a paso ligero y, para colmo, las calles y avenidas que unen el barrio de Sedlec con el centro de Kutná Hora no tienen ningún encanto especial. Cuando llegamos al centro, solamente disponíamos de treinta minutos minutos para visitarlo; así que, en esta visita exprés, optamos por recorrer algunas calles que llevan desde la plaza Mayor hasta la iglesia de Santa Bárbara, de estilo gótico tardío.