Tras hacer una parada de un par de horas en
Sirmione y
Verona, llegamos a Venecia.
Fuimos a alojarnos directamente al hotel donde ya nos quedamos para instalarnos y prepararnos para la cena y, como otra vez íbamos a estar una noche, no pudimos permitimos el lujo de deshacer un poco el equipaje. Apenas llevábamos poco más de veinticuatro horas en
Italia y ya nos encontrábamos en la que era para nosotros la cuarta ciudad italiana que visititábamos en ese viaje. Y creo que fue ese hecho lo que provocó que todos nos sintiéramos como si nuestro viaje hubiera empezado hace varios días. Aunque no por ello, teníamos menos ilusión de seguir descubriendo Italia.
El hotel de Venecia fue, en mi opinión, uno de los mejores (por no decir el mejor). Nos alojamos en el
Hotel Vime Venice East en Quarto D'Altino. -No he encontrado la página web, así que os dejo el link de google por si os interesa ver la ubicación, las habitaciones por dentro, etc. Además, puede que algún link os lleve hasta algunas páginas para hacer reservas-. Tanto la habitación con baño propio, el hall, el comedor y el trato fue excelente. Este hotel no está situado en el centro de Venecia pero como nosotros disponíamos de autocar para desplazarnos no era inconveniente, aunque sí puede serlo para viajeros que no dispongan de transporte para moverse por la zona.
Cenamos en el menú que del hotel:
lasagna de carne, pescado y
panna cotta (he de decir que hasta antes de viajar a Italia no me gustaba la panacota).
Al día siguiente nos levantamos bastante pronto porque íbamos a desayunar en el hotel antes de salir hacia una de las islas de Venecia.
Venecia es una ciudad que pertenece a la región del Véneto compuesta de, aproximadamente,
120 islas situadas en el mar Adriático.
Cogimos un
vaporetto a primera hora de la mañana para llegar a la isla más visitada de Venecia. La llegada fue impresionante: estaba amaneciendo, y ver los característicos edificios y canales venecianos iluminados por los primeros rayos del sol hacía de Venecia, incluso antes de llegar a tierra firme, un lugar impresionante.
Desembarcamos del
vaporetto en el puerto y lo primero que hicimos fue ir a ver el
Puente de los Suspiros, situados entre el Palacio Ducal y las prisiones estatales de Piombi. El nombre del puente se debe a que los condenados, antes de entrar a Piombi, se paraban en las ventanas del puente para contemplar, la mayoría por última vez, el cielo.
Tras sacar las fotos de rigor, atravesamos la
Plaza de San Marcos y recorrimos algunas callecitas hasta llegar a una fábrica de cristal de murano. Aunque el
cristal de murano es característico de la isla italiana que lleva dicho nombre, como era imposible visitar tantos lugares en tan poco tiempo, fuimos a una fábrica de cristal más pequeña, que hay en Venecia. Tras hacernos una demostración y una pequeña explicación de cómo trabajaban allí el cristal de murano pasamos a la tienda donde, prácticamente todos, compramos algo.
Aún no eran las diez de la mañana, cuando fuimos a un pequeño embarcadero a
subir en góndola. El gondolero, nos dió un paseo en góndola por diferentes canales mientras nos explicaba cosas de Venecia e Italia, en general.
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Puente de los suspiros, Venecia |
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Fotos de nuestro paseo en góndola por los canales venecianos. |
Cuando terminó nuestro paseo, decidimos volver a la plaza de San Marcos, esta vez por nuestra cuenta.
La plaza de San Marcos me pareció un lugar precioso, aunque según nos contaron más tarde, Napoleón se me había adelantado diciendo que
la Plaza de San Marcos era el lugar más bello de Europa.
En la Plaza de San Marcos están los edificios más representativos de Venecia: la basílica que lleva el mismo nombre que la plaza, el capanile y el famoso león de San Marcos.
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Piazza de San Marcos |
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Foto desde el puerto de Venecia |
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Una curiosidad del reloj de la plaza de San Marcos es que en algunas horas, dos muñequitos hacen un pequeño recorrido y golpean la campana. |
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En el reloj de la famosa plaza veneciana se pueden ver los signos del zodiaco. |
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Pinturas de la fachada de la basílica de San Marcos. |
Poco a poco, la ciudad iba llenándose de turistas. Así que decidimos ir al Ponte Rialto que cruza el Gran Canal de Venecia. Un dato curioso es que el Puente Rialto tiene más escalones en un lado que en el otro: 36 y 46 escalones, respectivamente.
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Ponte Rialto |
El resto del día lo aprovechamos para seguir paseando por las callecitas de la ciudad natal del famoso compositor Antonio Vivaldi mientras cruzábamos canales y curioseábamos por las tiendas de máscaras (
una pena no haber ido en época de Carnaval). Además, también tuvimos tiempo para probar la
pizza al taglio y sus famosos
gelatos.