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Una ciudad de cuento de hadas, Praga (parte 1) - República Checa

Desde hace más de seis años tres ciudades encabezan mi lista de lugares por visitar: Dublín, Friburgo y Praga. Sin embargo, hace unas semanas, pude tachar una de estas ciudades de mi lista. La elegida fue Praga, la capital de Bohemia que ha sido bautizada con el apodo de "una ciudad de cuento de hadas" (y no, no solamente lo digo yo). Mi chico y yo habíamos estado planeando el viaje durante meses, pero eso no hacía más que aumentar mis ganas de pasear por esa ciudad. Finalmente, tras coger un avión a primera hora de la mañana y varias horas de escala, llegamos a Praga un tanto cansados del viaje pero listos para comenzar a hacer turismo y aprovechar nuestra primera tarde allí.

Nuestro hotel se encontraba en la Plaza Wenceslao, a menos de diez minutos andando de la Plaza de la Ciudad Vieja, famosa por el reloj astronómico. Para mi sorpresa, la plaza albergaba diferentes hileras de puestecitos de artesanía, souvenirs y otros productos típicos de la región. En mi opinión, este mercadillo todavía le da un mayor encanto a la Plaza de la Ciudad Vieja. Decidida a husmear por los puestecitos, acordamos que en ese momento solamente haríamos algunas fotografías, por lo que me vi obligada a dejar el paseo por el mercadillo para uno de los siguientes días por miedo a que anocheciese demasiado pronto y no pudiésemos seguir con nuestra ruta prevista.




El plan para esa tarde era cruzar al otro lado del río Moldava y visitar parte del barrio de Mala Strana. Tras merodear un poco por algunos callejones, aparecimos ante una de las puertas de los jardines del Senado. Estoy segura de que estos jardines ganan con la llegada del buen tiempo pero, aún así, decidimos hacerle una visita rápida. Más tarde, visitamos la Plaza Menor, a unos pocos metros de la iglesia de San Nicolás.

En Praga solamente entramos a dos Iglesias: la iglesia del Niño Jesús de Praga y la iglesia de San Nicolás. Me atrevería a decir que la primera es mucho más famosa, especialmente porque en ella se encuentra la famosa imagen del milagroso Niño Jesús de Praga. Sin embargo, a excepción de eso, la iglesia no tiene mucho más encanto. Al contrario ocurre con la iglesia de San Nicolás, a la que recomiendo encarecidamente entrar a pesar de que haya que pagar entrada, pues sus frescos no dejan indiferentes.






Finalmente, llegamos a lo alto del barrio de Mala Strana, dentro de la fortificación del recinto del castillo. Llegar hasta allí conlleva caminar durante varios minutos cuesta arriba, por lo que no es una tarea fácil si vienes de ciudades al nivel del mar como Valencia, pero las vistas de la ciudad de Praga y el Moldava devuelven el aliento a cualquiera. Además, si por lo que sea estas maravillosas vistas no son suficientes, encontrarte justo a los pies de la descomunal catedral gótica de San Vito pocos minutos después impacta igual o incluso más que las vistas panorámicas de la ciudad.

Si pasáis solamente unos días en Praga, no podéis marcharos sin ver el atardecer desde el mirador del complejo del castillo. Es algo que por muchas fotografías preciosas que veáis nunca hacen del todo justicia.

Para terminar el día, cenamos Goulash de ternera acompañado de una cerveza checa en un restaurante cercano a la Plaza Menor y cruzamos por el mágico Puente de Carlos ya bien entrada la noche.