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Diario de viaje: C'est le commencement de notre aventure, París (parte 1) - Francia

Si habéis leído mis últimas entradas, ya sabréis que hace poco más de una semana cogí un avión con destinación París. Bueno, debería hablar en plural porque no fue un viaje en solitario: Mari y Mery, dos de mis mejores amigas, fueron mis compañeras de viaje. 
No era la primera vez que viajábamos juntas porque, como yo, ambas fueron becarias del Proyecto Comenius, pero sí es cierto que París ha sido el primer viaje que organizábamos completamente nosotras.

Acabé la maleta en el último momento, así que apenas dormí cuatro horas. El avión salía a las siete, así que poco más tarde de las cinco y media de la mañana ya estábamos en el aeropuerto las tres, facturando nuestros equipajes.
Habíamos sacado los billetes Valencia - París Beauvais con Ryanair por un precio bastante asequible aún habiendo facturado equipaje; así que, aunque el aeropuerto no era el más cercano a la ciudad, optamos por volar hasta allí.

Una vez llegamos a nuestro destino y con las maletas ya en la mano (apenas tuvimos que esperar junto a la cinta de equipajes), sacamos los billetes para el Transfer Beauvais - París y, tras un pequeño momento de lapsus por no saber hacia dónde estaba la estación de autobuses del aeropuerto, cogimos el autocar.
El trayecto duró más de una hora, pero nos lo pasamos mirando el mapa de las estaciones de metro en las que teníamos que hacer los trasbordos para llegar al apartamento, así que se me pasó bastante rápido.
El metro... ¡He aquí la primera traba del viaje! Saber en qué estaciones hay que bajar, qué líneas hay que coger o cuáles son las estaciones que ofrecen conexiones con otras líneas es relativamente sencillo en París. Hay muchísimas líneas (a mí me pareció al estilo de Madrid. Nada que ver con la comodidad de Valencia, en ese aspecto), pero si te haces con un mapa de las líneas de metro y prestas atención a las indicaciones de cada estación, será bastante sencillo. Nuestro problema, bueno, mi problema, fue el ir con una maleta de 20 Kg y una bolsa de equipaje de mano de 8 Kg. 
Raras son las estaciones de metro que tienen ascensores o escaleras mecánicas y para ir al andén de cada línea, hay que bajar unos dos o tres pisos de escaleras... ¡Con las maletas a pulso! Y si encima eso lo multiplicas por dos trasbordos que teníamos que hacer hasta llegar al apartamento, la cosa se complica. Aún así, llegamos sanas y salvas —¡e incluso una hora antes de lo previsto!— a la puerta del edificio.

Nuestra espera se basó en recuperar el aliento tras la odisea de las maletas y el metro, así que cuando llegó la agente que nos alquilaba el apartamento para darnos la bienvenida, ya estábamos casi recuperadas.
Nos enseñó el apartamento y nos dio algunas indicaciones. Tan pronto como nos instalamos, comimos y fuimos al supermercado para abastecernos de algunas provisiones, salimos a aprovechar la tarde: nuestro primer día de turismo. ¡Bien!
Decidimos ir andando y visitar las zonas más cercanas al boulevard Montmartre, pues en esa calle se encontraba nuestro apartamento.




Lo primero más emblemático que nos encontramos fue el Moulin Rouge, en la zona de Pigalle. Se trata de una zona poco pintoresca, pero muy frecuentada por los turistas por encontrarse el conocido Moulin Rouge (o al menos, eso quiero pensar yo).
Este cabaret fue construído por un español en el período de la Belle Époque.



Dejando el Moulin Rouge a la izquierda y continuando la subida hacia el Sacré Cœur, nos encontramos con la brasserie Café des deux Moulins, famoso por aparecer en la película francesa Amélie.



Finalmente, tras cargar fuerzas con un crêpe au sucre para subir las escaleras que llevan a la parte más alta de Montmartre, llegamos al barrio de los pintores, junto al Sacré Cœur.



El Sacré Cœur es la construcción más conocida de Paul Abadie, de estilo romano-bizantino y de unas dimensiones enormes. Desde allí, se pueden observar unas vistas increíbles de París. 
A los pies de la basílica se encuentra una enorme escalinata de 197 escalones. Nosotras bajamos por ellas, aunque también es posible utilizar un funicular.






Las escaleras terminan en la plaza que lleva el mismo nombre que el famoso monumento. Allí hay un antiguo carrusel, en el que no dudamos ni un segundo en subirnos.




Por este barrio, hay muchísimas tiendas de souvenirs y pastelerías típicas; además de alguna que otra cafetería o restaurante, así que aprovechamos para echar un vistazo.


En esta pastelería compramos los primeros macarons de nuestro viaje. ¡Buenísimos!

Aunque habíamos madrugado muchísimo y el agotamiento empezaba a ser plausible, de regreso a casa,  nos desviamos un poco y aprovechamos para ver las Galerias Lafayette y el edificio de Ópera Garnier.






Travelling to Salamanca - Video


¡Hola a todos!
Ahora que ya he terminado de publicar las entradas sobre Salamanca, os dejo por aquí el vídeo que grabé durante el viaje. ¡Espero que os guste esta preciosa ciudad!



Diario de viaje: Francia - ruta prevista



Estoy escribiendo esta entrada a menos de veinticuatro horas de coger un avión hacia Francia (aunque en realidad se publicará cuándo yo ya esté en Francia).
Estaremos en este país seis días y, aunque principalmente tenemos pensado estar en la capital francesa, también haremos alguna visita de un día a otros lugares.
Hemos decidido alojarnos en un apartamento bastante céntrico, a unos diez minutos andando del Louvre (según google maps), pero en el que —si todo sale como lo previsto— no pararemos más que para dormir o cenar algún día, ya que estamos dispuestas a disfrutar de París todo lo que nos sea posible aunque eso signifique despedirse de las ocho horas de sueño diarias.
Tenemos una idea de lo que queremos visitar y a los lugares dónde queremos ir, pero al no tratarse de un viaje organizado por ninguna agencia, tampoco estamos ceñidas a un orden fijo. Os dejo por aquí nuestro programa provisional, aunque ya os aviso que puede ser modificado sobre la marcha; por eso os contaré mucho mejor en mis diarios de viaje que publicaré a la vuelta.

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Día 1: salida del vuelo Valencia-París a primerísima hora de la mañana. Ubicarnos en París y en su red ferroviaria, y encontrarnos con el agente para que nos dé las llaves del apartamento. Por la tarde, visita de la ciudad.
Día 2: visitar gran parte del centro de París y sus monumentos más importantes.
Día 3: Eurodisney.
Día 4: por la mañana, visitar el palacio y los jardines de Versailles. Por la tarde, regresar a París y continuar viendo la ciudad.
Día 5: día en París, visitaremos el Louvre, El Mercado de las Pulgas y los distritos de la parte Este.
Día 6: regreso a casa.

Próximo destino: ♥ París ♥


"Paris, tes gamins, tes artisans, tes camelots et tes agents. 
Et tes matins de printemps, Paris."
 Paris, Edith Piaf. 


Hacía mucho tiempo que Francia (es) era uno de los destinos pendientes en mi lista y, aunque debo de reconocer que he tenido alguna que otra oportunidad para ir a París, siempre la había desechado... Hasta ahora. ¿Qué mejor que disfrutar de un viaje a París con dos de mis mejores amigas?
Es el primer viaje que organizamos nosotras solitas así que, como podéis imaginar, ilusión no nos falta. Llevamos más de siete meses organizando este viaje para poder disfrutar al máximo de todo lo que nos puede ofrecer esta ciudad, aunque tristemente sabemos que no nos dará tiempo a visitar todo lo que nos gustaría.
Cuando esta entrada se publique —sí, lo reconozco, la he dejado programada— nosotras ya estaremos llegando a la capital francesa, lugar donde pasaremos seis días.
Así que, sin más dilación... Bonjour, Paris!

Diario de viaje: Ávila - España

Nuestra última aventura por Castilla y León fue Ávila.
Salimos por la mañana de Salamanca dispuestos a alejarnos del hielo y la niebla que se acumula en Salamanca durante los días —¡y las noches!— más fríos del año.  

Conforme nos acercábamos a Ávila, la niebla que prácticamente impedía ver las señales de la carratera se fue disolviendo y, cuando llegamos, nos encontramos con un cielo completamente azul y sin ni una nube.



Antes de entrar a la ciudad, paramos en un pequeño mirador que hay a la entrada. Desde allí, vimos la famosa muralla de Ávila que rodea el centro histórico.
Lo primero que hicimos al llegar, fue caminar por las calles empedradas hasta el centro y visitar la oficina de turismo para planificarnos el día. 




La oficina de turismo se encuentra junto a la Puerta de Carnicerías. Allí sacamos las entradas para visitar la Muralla, el mayor atractivo turístico de la ciudad.
Muy cerca de este lugar se encuentra la Catedral, edificio de arquitectura románica tardía y gótica española.




Tras una larga cola de turistas, comenzamos nuestra visita a las murallas.
La Muralla de Ávila fue construida en el siglo XII y es la mejor conservada de España. En la actualidad, tiene 2,5 kilómetros: un recorrido bastante largo, aunque únicamente se pueden visitar dos tramos de la muralla. Lo bueno es que son prácticamente opuestos, así que puedes ver un paisaje diferente desde cada uno de ellos.







Tras recorrer el tramo más largo de la muralla, fuimos a comer. De camino al restaurante, nos encontramos con la iglesia de Santo Tomé el Viejo; en estos momentos, almacén visitable del museo de la ciudad.




La segunda parte visitable de las murallas se encuentra en la Plaza de Santa Teresa. En ella hay inumerables alusiones a la Santa que da nombre a este lugar. 




También visitamos el Convento de Santa Teresa cuyo edificio barroco se encuentra a unas calles de esta plaza y que se alzó sobre la casa natal de la Santa Teresa de Jesús.




Al final, subimos a la segunda parte de la muralla. Como ya he dicho, se trata de un tramo mucho más corto, de apenas unos metros, pero que vale la pena visitar (además, el mismo ticket de visita a las murallas incluye ambas partes, así que hay que aprovecharlo).
Esta vez, como era primera hora de la tarde, no había tanto turista, por lo que pudimos andar un tanto más tranquilos. 

Plaza Adolfo Suárez

Paseo del Rastro

¡Y hasta aquí mi excursión!
Debo decir que me gustó bastante visitar Ávila, sobre todo por ver la muralla, pero se trata de una ciudad bastante pequeña y que puedes visitar en pocas horas; por lo que prefiero mucho más Salamanca. Aún así, no me arrepiento de haber ido a pasar el día y disfrutar de su encanto.



Blogger traveller abril: Agua

Tal y como os conté el mes pasado, me he unido a la iniciativa Blogger Traveller.
Este mes, el tema propuesto es Agua. Agua y Valencia... ¡Qué dos combinaciones tan estupendas! Obviamente, lo primero que me viene a la mente cuando pienso en lugares con agua en Valencia, son sus playas: la playa del Arenal, la playa de la Malvarrosa, la playa del Cabañal... ¡Todas y cada una de ellas son varios de mis lugares favoritos de mi ciudad!
Pero creo que, a estas alturas, todo el mundo sabe ya que Valencia, al igual que toda la Comunidad Valenciana, tiene unas playas maravillosas; así que he decidido dedicar este tema a otro de los lugares con agua de Valencia: L'Albufera.

La Albufera es un parque natural situado en el Palmar, a pocos kilómetros de la ciudad de Valencia. Su nombre se lo dieron los árabes y su traducción vendría a ser algo así como "El pequeño mar".
Es uno de los lugares más representativos de la cultura valenciana ya que sus aguas no solo albergan gran parte de las especies de flora y fauna de Valencia, sino que además, gracias a ella, se obtiene el producto estrella de la comunidad: el arroz. Las aguas de la Albufera cubren los campos de los alrededores cuando se abren sus compuertas, cosa que favorece enormemente las cosechas.
De hecho, este lugar ha sido de inspiración para varias novelas, entre la que destaca Cañas y Barro, de Vicente Blasco Ibáñez. 



Las casas tradicionales de la zona reciben el nombre de Barracas.





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¿Qué os parece la iniciativa de Blogger Traveller?
Puedes visitar este y muchos más lugares en Blogger Traveller Abril

Diario de viaje: Puente romano y Huerto de Calixto y Melibea. Salamanca (parte 6) - España

Retomando mi viaje por tierras salmantinas, mi siguiente visita fue al Puente Romano. Afortunadamente para todos nosotros, a pesar de ser por la tarde, había salido el sol; así que la sensación de frío era mucho menor. ¡Menos mal!

El Puente Mayor del Tormes cruza el río Tormes y conecta el centro de la ciudad con las afueras. Fue construido en el siglo I de nuestra era, bajo el dominio del Imperio Romano.
No cruzamos al otro lado del puente porque yo estaba empeñada en ir al Huerto de Calixto y Melibea, pero aprovechamos para hacer algunas fotos.





Bordeando las murallas de la ciudad, nos encontramos con el museo Art Nouveau y Art Déco de Salamanca, que se conoce con el nombre de Casa Lis.



La siguiente visita de la tarde fue a Las Cuevas.
Digamos que en realidad nos las encontramos intentando averiguar por dónde se entraba al famoso huerto que andábamos buscando y que no hacíamos más que bordear, muralla arriba, muralla abajo, sin encontrar la entrada (todo sea dicho); pero ya que estábamos allí, aprovechamos para visitarlas.
En su origen, estas cuevas fueron la cripta de la Iglesia de San Cebrián; aunque según la famosa leyenda que ha dado lugar a varias obras literarias, esta cueva es el lugar donde el Diablo, disfrazado de Sacristán, impartía clase de ciencias oscuras y magia a siete alumnos durante siete años, tras los cuales, uno de los discentes debía quedar para siempre a su servicio. Curiosa historia, ¿no?




Finalmente, encontramos la entrada del Huerto de Calixto y Melibea —¡Al fin!—.
En realidad, simplemente se trata de unos jardines que han recibido ese nombre en honor a la obra literaria de La Celestina: Tragicomedia de Calisto y Melibea, pero que se han convertido en todo un símbolo para lectores y enamorados. Prueba de ello es el pozo en cuyas cadenas las parejas cuelgan los ya mundialmente conocidos "candados del amor", aunque poco tengan que ver con la obra de Fernando de Rojas.





Y así pasamos nuestra última tarde en Salamanca. Como a la mañana siguiente íbamos a Ávila, optamos por ir al hotel antes de medianoche para recobrar fuerzas. Aún así, después de cenar en la Plaza Mayor, dimos un pequeño paseo por el centro de Salamanca para ver los edificios iluminados. Aquí os dejo algunas fotos.





Diario de viaje: Viena (parte 8) - Austria

Después de comer y pasar la tarde con las compañeras de apartamento de Mireia, decidimos ir a ver una de las zonas que me quedaban todavía por visitar de Viena: der Prater.
Cogimos el metro de nuevo, pero decidimos hacer una parada antes de llegar al conocido parque para hacer unas compras en las tiendas de Mariahilfer Straße; sobre todo en aquellas que no están en Valencia. 
Esta calle comercial está en una de las zonas de la ciudad más transitadas por locales y turistas.
Al final, para no pasar el resto del día cargadas con las bolsas de nuestras compras, optamos por volver al hotel. También aproveché para comprar los últimos souvenirs para la familia: unas típicas bolitas de chocolate rellenas de praliné, mazapán y pistacho. Se conocen con el nombre de Mozartkugel y las hay de varias marcas de confitería. La traducción del nombre sería algo así como "bola de Mozart" (aunque algunos españoles también las llaman "Mozaritos"). Este nombre es porque estas chocolatinas están envueltas con papel de aluminio con la imagen del famoso compositor de Salzburgo. Las que yo probé son las de la marca Mirabell y tengo que decir que... ¡Están riquísimas! Si las hubiera comprado el primer día de mi estancia en Viena, creo que habría comido "Mozaritos" todos los días...
También compré los barquillos Manner, el típico turrón Viena. 





[Ejem, después de este paréntesis gastronómico, volvamos al tema turístico].
El Prater es uno de los parques de atracciones más conocidos de la ciudad por su enorme noria, la cual se ha convertido en uno de los símbolos más representativos de Viena. 
La zona del metro del Prater no es que sea de las más seguras de la ciudad, especialmente al caer la tarde, pero mi viaje a Viena fue el último fin de semana de septiembre, así que había comenzado el Oktoberfest. Habían instalado casetas de cerveza, salchichas, dulces y otros puestos de comida típica; así que muchísima gente, la inmensa mayoría austriacos vestidos con el traje típico, se agrupaban en las mesas de madera para disfrutar de la fiesta.







En un principio llevábamos idea de cenar en el Oktoberfest, pero había muchísima gente y era muy complicado encontrar alguna mesa libre, por lo que al final decidimos ir al mismo restaurante que la otra noche: nuestro acogedor Bieriger.
Para evitar coger el metro, optamos por el típico tranvía de madera que todavía recorre algunas zonas de la ciudad.




Al día siguiente, a primera hora de la mañana dejé el hotel y cogimos el metro hacia el aeropuerto; allí tomamos el famoso desayuno de domingo austriaco mientras esperábamos que abrieran la puerta de embarque. Me despedí de Mireia, la mejor guía turística que podría haber tenido para conocer Viena, y le deseé lo mejor para su año Erasmus. 
A mí todavía me quedaban más de siete horas de viaje entre vuelo y escalas, que al final se convirtieron en algo más de diez horas, pero puedo decir que me llevo un gran recuerdo de este viaje y, por supuesto, de Viena. 


 



Bis bald, Wien!

Chelo Caballero