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Diario de viaje: Salamanca (parte 1) - España

El pasado mes de dicembre, tal y como os anuncié en un post rápido, estuve en Salamanca.
Pasé cuatro días disfrutando de esta preciosa ciudad que, sin ninguna duda, puedo decir que me cautivó.
Tenía muchísimas ganas de ir a Salamanca. No sé muy bien por qué, pero siempre me había imaginado esta ciudad tipo la de Oxford. Obviamente, el estilo de los edificios y los monumentos e incluso la misma universidad, es diferente, por que al fin y al cabo se llevan doscientos años de diferencia, pero el ambiente de las calles es prácticamente el mismo. 
Así que,  el día cinco de diciembre, salí de Valencia rumbo a Salamanca.
Fue un viaje en coche largo —dado que no suelo hacer viajes de carretera—, pero tampoco se me hizo pesado. Lo primero que hicimos una vez alojados en el hotel fue pedir en recepción un plano y, así, bajo varias capas de ropa de abrigo, salimos a recorrer la ciudad.

El hotel que escogimos se encontraba a las afueras de Salamanca, pero dado que tampoco es una ciudad muy grande, llegas al centro en unos veinte minutos a pie: como llevábamos toda la mañana sentados en el coche, decidimos caminar y estirar las piernas.

Al cruzar el río Tormes por uno de sus puentes, no pude evitar hacer ya algunas fotografías. Sé que había mucha niebla para hacer fotos, que y la humedad de la zona tampoco ayudaba, pero conforme nos acercábamos se veía la Catedral Nueva en lo alto de la ciudad, por lo que me gusta cómo han quedado.
 





Al principio íbamos un poco perdidos pues, aunque teníamos el mapa que habíamos cogido en la recepción, tampoco sabíamos muy bien a dónde queríamos ir, por lo que decidimos ir a uno de los puntos clave de la ciudad: la Plaza Mayor. 
De camino, pasamos por la Iglesia-Convento de San Esteban de los dominicos, de gran interés por su fachada de estilo plateresco.




A pesar de ser víspera de puente festivo, todavía no había mucho turista por las calles, así que aproveché para hacer algunas fotos.


¡Ah! Y por primera vez en mi vida, vi un nido de cigüeña en lo alto de un campanario, aunque de la cigüeña ni rastro...





Finalmente, llegamos a la Plaza Mayor, el centro de reunión de Salamanca por excelencia. De estilo barroco, es uno de los lugares más bonitos y famosos de la ciudad.
En los medallones de cada arco se encuentran retratos o escudos de armas de personajes históricos conocidos.









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Ha pasado casi un mes desde que publiqué mi última entrada, pero de verdad que he estado muy liada con los exámenes de la universidad. Han sido los primeros que he hecho, así que he estado prácticamente centrada en ellos durante semanas, descuidando el resto de las cosas que no eran materia de examen.
No me gusta dejar el blog tan abandonado durante tanto tiempo, pero no me ha quedado otra. Así que intentaré organizarme mejor el próximo semestre y dejar algunas entradas preparadas para cuando se acerque el período exámenes de nuevo. Porque sí, se avecinan nuevas aventuras y viajes ;)



Las anécdotas de mis viajes - Maletas y escaleras mecánicas, una mala combinación.

Si hay algo que no soporto es la poca memoria que tengo para recordar hechos. En todos y cada uno de mis viajes me he encontrado con alguna anécdota o ha ocurrido algo un tanto curioso. Así que para evitar olvidarme de estas cosas y, de paso, sacarme una sonrisa cuando las recuerde o las relea, he decidido dedicar un pequeño espacio del blog para ello.

Anéctoda nº1: Inglaterra, 2011. 
Si a los típicos "nervios" de un viaje le unes los nervios por ser la primera vez que vas a estar un mes viviendo con una familia en el extranjero, lo que puede salir de ahí es, como mínimo, un par de anécdotas.
Estábamos mis compañeros y yo corriendo tras la profesora de intercambio con todas nuestras maletas y bolsas mientras seguíamos las indicaciones para dar con la salida del aeropuerto de Gatwick de Londres cuando no se me ocurre otra cosa que, mientras subíamos por las escaleras mecánicas, saludar a una de mis amigas que estaba más adelantada que yo y, por tanto, más arriba en las escaleras. Yo llevaba dos maletas trolley, una de 25kg y otra como equipaje de cabina, una en cada mano, así que para poder saludarla, solté una de las maletas y agité enérgicamente mi mano para saludar a mi amiga y así captar su atención. En ese momento, la maleta venció a causa de su peso y cayó escaleras abajo haciendo un ruido tremendo al chocar con cada escalón que bajaba. Salí corriendo detrás de mi maletón sin percartarme de que dejaba la otra maleta, de forma que mientras bajaba las escaleras mecánicas del aeropuerto en dirección contraria (obviamente) lo más rápido posible para coger la maleta, que dejara de hacer ruido y no diera a ningún otro turista; la maleta de cabina que se había quedado en el sitio comenzó a caer escaleras abajo también.
Sin duda, una imagen muy cómica para las personas que me vieron, en especial para mi compañera de viajes que vio todo el espectáculo sin perderse detalle porque había llamado su atención al saludarla. Ahora, cada vez que hablamos de nuestro viaje a Oxford, me recuerda esta odisea.

Chelo Caballero