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Diario de viaje: El Burgo de Osma, Soria - España

Tras regresar a casa de mi viaje por Bretaña, he tenido la oportunidad de seguir viajando y hacer alguna que otra escapada a nivel nacional. 
Recientemente, viajé a un bonito lugar de Soria del que llevo escuchando magníficos comentarios desde hace más o menos un año: el Burgo de Osma.

Mi chico, que tiene sangre burgense, nos convenció a unos amigos y a mí para pasar allí un fin de semana, ¡y allá que nos fuimos! Tras un viaje de unas cinco horas por carretera, llegamos, por fin, al famoso Burgo.
Sin embargo, como el viaje nos había dejado exhaustos y ya eran más de las diez de la noche, tras dejar nuestros equipajes en casa, optamos por ir a cenar y dar una pequeña vuelta por sus calles.

A la mañana siguiente, con cámara en mano, salimos a dar un paseo y a conocer el lugar. Una de las cosas más características de las calles más céntricas del Burgo de Osma son los soportales, que no solo sirven de decoración, sino que además nos vinieron de maravilla para resguardarnos de la lluvia; pues en todo el fin de semana no dejó de llover. 








Tras visitar el centro histórico y hacer alguna foto, fuimos a comer al Restaurante Virrey Palafox, muy famoso en el Burgo de Osma, especialmente en estas fechas, ya que se celebran las Jornadas Gastronómicas de la Matanza. El menú que tomamos estaba formado por 22 platos, todos ellos elaborados con cerdo, a excepción de la degustación de postres que cierra la comida. ¡En mi vida había comido tantos platos en una comida! Eso sí: todo, exquisito.

Justo al lado del restaurante, se puede ver el edificio del s. XVI de la Universidad de Santa Catalina, ahora convertido en un hotel termal. Sin embargo, se han conservado la fachada plateresca y algunas estancias, como el claustro interior.




Por la tarde, llegó el momento de visitar la catedral de la Asunción. Puede parecer extraño que un pueblo relativamente pequeño, albergue una catedral de tales magnitudes y de tanta belleza, pero lo cierto es que es un edificio increíble.
La catedral se comenzó a construir en 1232 y se encuentra cerca de uno de los límites marcados por las murallas del Burgo.
Sobre las seis de la tarde comenzamos la visita guiada por el interior. En este caso, recomiendo hacer la visita guiada, porque el guía da muchos detalles sobre la historia de la catedral y sus capillas, pero también sobre el Burgo de Osma. Además, se visitan también estancias a las que no se pueden acceder si no es con el guía.
El interior es precioso, aunque yo, sin duda, me quedo con su pórtico y la torre campanario.

 




El domingo fue nuestro último día en el Burgo de Osma. Aprovechamos la mañana para dar una vuelta por las murallas y seguir el camino que lleva hasta el río. Desde allí, se tienen vistas de una parte de la muralla y de los edificios más altos. Hacia el otro lado, se puede ver también los restos del castillo de Osma, excursión que se quedó pendiente para nuestra próxima visita.
Después de comer, emprendimos nuestro regreso a Valencia. Fue una escapada rápida de fin de semana, pero valió la pena. 







Diario de viaje: Rennes, Bretaña (parte 14) - Francia

Mi último día en Bretaña fue destinado a descubrir Rennes, una hermosa ciudad situada al Oeste de Francia que es, al mismo tiempo, la capital de Bretaña.
Tenía muchísimas ganas de visitarla, porque las fotos que había visto en las guías de viajes que Marie me había dejado preparadas en el escritorio de mi habitación cuando fui a Bretaña me habían dejado fascinada.
A pesar de haber madrugado para coger el tren desde la estación de Redon, ciudad de la que ya os hablé hace unos días en este post, tuvimos que subir de un salto al tren que teníamos previsto coger porque salía en un minuto. De hecho, subimos sin ni siquiera sacar el billete. Por suerte, cuando la revisora se acercó al principio de trayecto, Marie le explicó que nos había sido imposible sacarlo en las máquinas de la estación, y nos lo cobró abordo sin nungún tipo de recargo. Sin embargo, el tema de los billetes nos dio de nuevo problemas al final de la tarde.

Mientras tanto, llegamos a la estación de Rennes. El viaje se me hizo mucho más corto de lo que pensaba, a pesar de durar poco más de una hora. Nada más llegar, fuimos directas a la oficina de turismo, desde donde salían las visitas guiadas para ver el Parlamento de Bretaña.
Quedaban todavía cuarenta minutos para que empezase la visita, así fuimos de tiendas: la primera parada fueron las Galerías Lafayette de Rennes. Entre unas cosas y otras, no pude entrar a estas galerías cuando estuve en París, así que no dudé en meter la nariz cuando Marie propuso enseñármelas. Son una mezcla entre El Corte Inglés español y el Harrods inglés, aunque se pueden encontrar firmas que no están España. Solamente eran las diez y media de la mañana y yo ya iba cargada con dos bolsas de compras; entre lo que compré destacan las sandalias tropeziennes, muy de moda en varias ciudades francesas.

A las once comenzó la visita por el parlamento de Bretaña, uno de los primeros edificios de piedra que fueron construídos en una ciudad en la que predominaban los edificios de madera y que el rey Enrique II fundó en el año 1554. Sin embargo, no fue la sede el parlamento hasta ocho años más tarde. 
La visita se me hizo un poco larga, pero me gustó poder ver el interior del edificio.

 

El hermano de Marie se mudó a Rennes hace unos años por sus estudios universitarios. Al acabar la visita, nos encontramos con él en una de las plazas más características de la ciudad, la Plaza del Champ-Jacquet, para comer los tres juntos.
Lo de que esta plaza es una de las más características de la ciudad, lo digo porque en ella se encuentran algunas casitas con fachadas en entramado de madera, que a mí personalmente me parecen preciosas.




Por la tarde, tuvimos tiempo de pasear por las calles de Rennes y algunas tiendas de ropa, pues Marie quería comprar algunas cosas para su viaje a España. Entre las cosas que vimos destacan el Ayuntamiento de Rennes, el teatro y las arcadas de Millardet, el Vilaine y la calle de compras Lebastard.




Con esta entrada, acaba el viaje por la Bretaña francesa que hice durante una semana en julio de 2014. Por ello, quiero aprovechar para agradecer tanto a Marie como a toda su familia lo bien que me trataron.
¡Muchísimas gracias por todo!

Diario de viaje: Brocéliande, Bretaña (parte 13) - Francia

Como habíamos pasado la mañana de mi penúltimo día en Bretaña haciendo trámites y, más bien, poco turismo, la familia anfitriona decidió enseñarme uno de los lugares más famosos de Bretaña que ha existido durante siglos: el bosque de Brocéliande.
En un primer momento, antes de llegar yo a Bretaña, habían pensado en llevarme a una de las playas más lujosas del Oeste de Francia. Sin embargo, comprendieron a los pocos días de llegar allí que yo no estaba acostumbrada a las playas frías del Atlántico, así que era una tontería conducir durante horas hasta aquella playa para únicamente mojarme los pies en la orilla; por lo que decidieron cambiar el plan.

El bosque de Brocéliande es conocido en toda Francia (y parte del extranjero) especialmente gracias a la literatura. A lo mejor no os suene así de primeras, ¿pero y si va seguido de nombres como el Rey Arturo, el Mago Merlín, Viviana o los Caballeros de la mesa redonda? Exacto, Brocéliande es el bosque de la materia de Bretaña, el lugar donde transcurre la leyenda del Rey Arturo.

Lo primero que hicimos nada más llegar fue visitar la Place de la gare. Allí entramos en la abadía de Paimpont y, posteriormente, a la oficina de turismo. Como la familia anfitriona sabía de mi entusiasmo por este sitio, me compró la única guía en español que se ofertaba en toda la oficina, un detalle por parte de la familia, aunque la oficina de turismo bien podrían haber contratado a un traductor para traducirla. Y digo esto último porque ni siquiera tiene treinta hojas y la venden por 4€... Eso sí, llena de frases inconexas y sin sentido en un idioma que dice ser español.

Gajes del oficio aparte, comenzamos la excursión de senderismo por el bosque de Brocéliande siguiendo el itinerario que propone la guía. Puse todos mis esfuerzos por descifrar la guía, pues tenía que informar en inglés o en francés a la familia, aunque, todo sea dicho, tuvimos que preguntar en más de una ocasión a otros excursionistas...






Al final, pudimos ver muchos de los lugares emblemáticos de la leyenda, como la Fuente de la eterna juventud, el Árbol de los deseos junto a la tumba del mago Merlín, el Árbol de oro... Eso sí, la imaginación para visitar todos estos sitios y no desanimarse es más que necesaria.

Fuente de la eterna juventud. En el solsticio de verano se debía inscribir en el censo a los niños que habían nacido hasta entonces. Mientras que los que habían nacido de forma clandestina, eran censados al año siguiente junto a esta fuente, a pesar de tener y un año. De ahí que se diga que es la fuente de la eterna juventud.

Árbol de los deseos junto a la tumba de Merlín. Hay que dejar una notita con nuestros deseos colgada en una de sus ramas para que por la noche Merlín lo lea y el deseo se haga realidad.

El árbol de oro

Estanque del espejo de las hadas

Fuente de Barenton. Se dice que si al pedir un deseo, la fuente burbujea, este deseo se hará realidad.


La visita me decepcionó un poco, porque mis expectativas eran muy altas (y quizás también un poco debido a la literatura). Sin embargo, me alegré de no haberme ido de Bretaña sin haber perdido la oportunidad de visitar el mágico bosque de Brocéliande.


Diario de viaje: Redon, Bretaña (parte 12) - Francia


Redon es una ciudad situada al Oeste de Francia entre las ciudades de Vannes, Rennes y Nantes, muy cerca de Sant-Jacut-Les-Pins.
Mi visita a Redon fue exprés, de menos de una hora. Al igual que ocurrió en Sant-Jacut-Les-Pins, el motivo de la visita fue que mi familia anfitriona tenía que hacer unos trámites allí.
Mientras tanto, muy amablemente Marie se esforzó por mostrarme el monumento más característico de Redon y parte del centro de la ciudad.

Tras pasar por la oficina de turismo y coger un folleto informativo sobre la pequeña ciudad, nos dirigimos a ver la iglesia de Saint-Sauveur, que fue fundada en el año 832. Gracias a su construcción y a la peregrinación de sus fieles, Redon pasó a tener una economía mucho más fuerte. Aunque el interior de la iglesia es muy bonito, lo más característico de esta es su torre, pues resistió al incendio que sufrió la iglesia a finales del siglo XVIII.




Saint-Sauveur fue el único lugar de interés turístico que visitamos, pues los pocos minutos que estuvimos en Redon no dieron para más. En la guía que cogí en la oficina de turismo, viene información muy interesante sobre diferentes lugares que visitar en Redon además de su iglesia; como los muelles de Santiago, las casas del siglo XVI de la calle mayor y los depósitos de sal. Así que no descarto volver a Redon en un futuro para poder descubrir todo lo que ofrece este lugar.



Diario de viaje: Saint-Jacut-Les-Pins, Bretaña (parte 11) - Francia



Saint-Jacut-Les-Pins es el pueblo en el que vive la familia anfitriona con la que me alojé. Marie me había hablado mucho de él, pero también había recalcado en varias ocasiones que, a veces, vivir allí podía resultar un tanto aburrido: la vida en Saint-Jacut-Les-Pins es todavía muy tranquila, pues se trata de un pequeño pueblecito alejado del bullicio de las grandes ciudades. Para que os hagáis una idea de su situación geográfica, dista poco más de 90km de Nantes y unos 80km de Rennes, las dos ciudades más grandes cercanas, pero solamente cuenta con menos de 2000 habitantes.

La casa de la familia de Marie no está en el centro de Saint-Jacut-Les-Pins, sino a unos kilómetros de este, cerca del lugar donde empieza la Crête des Moulins, ruta de la que os hablé no hace mucho, así que hasta el penúltimo día no tuve oportunidad de pasear por sus calles.
Sin embargo, el paseo duró poco, ya que el motivo de la visita era hacer unos trámites burocráticos en el ayuntamiento y tirar unas cartas al buzón. Pero como me negaba rotundamente a no inmortalizar este pequeño pero bonito lugar, aproveché para hacer algunas fotos a la salida del ayuntamiento.