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Diario de viaje: Jávea - España



Sigo con mi intento de publicar también sobre las escapadas nacionales que he hecho. Este verano, como muchos otros atrás, he estado de vacaciones por la Costa Blanca. Ya os conté no hace mucho sobre Denia, así que hoy toca hablar sobre el municipio vecino: Jávea.

Denia y Jávea (Xàbia en valenciano) están separadas por el macizo del Montgó, en el interior, y por el Cabo de San Antonio, en la costa. Así que al igual que ocurre con la ciudad de Denia, el número de actividades que oferta este lugar es muy variado.
Aunque Jávea también cuenta con actividades culturales, estas se encuentran en el pueblo, a unos minutos en coche de la costa. Pero he decidido centrarme en la parte de la costa, sus playas y el paseo marítimo; y hablaros sobre el casco antiguo en otra ocasión.

Me atrevería a decir, que conozco bastante bien este lugar, ya que he estado veraneando aquí durante más de siete años. La playa del Arenal es uno de mis sitios favoritos, aunque las dimensiones de la playa no sean muy grandes y haya muchísima gente. El agua suele estar bastante clara, aunque es fácil encontrarse alguna que otra medusa en los meses más cálidos.

Al anochecer, el Arenal es también mi sitio favorito porque todo el paseo se llena de puestecitos y tiendas hippies, los restaurantes y bares reciben a sus clientes, y el ambiente que se crea es de máxima ebullición.







Otro de los lugares para pasear, mucho más tranquilo y no tan abarrotado de turistas extranjeros es el puerto y el paseo marítimo. También cuenta con una playa de piedras, perfecta para los que no les gusta llenarse de arena.
 Aunque si lo que buscas es hacer submarinismo o disfrutar del fondo marino, la parte más al sur de Jávea será tu preferida. Allí se encuentran numerosas calas, todas con un agua limpia y sin tanta afluencia de gente, ya que suele requerir ir en coche o moto, por eso es fácil disfrutar de una jornada de snorkel o submarinismo. Lugares como Cala Blanca, Cala de la Granadella, Cala de la Barraca o Cala Portixol se han convertido en todo un paraiso para aquellos que buscan la tranquilidad o practicar este relajante deporte.

Para acabar con este post, os dejo una foto que hice este verano desde el Cabo de San Antonio donde podéis ver la bahía de Jávea.





Chelo Caballero

Mi forma favorita de viajar: intercambios lingüísticos



Viajar y aprender idiomas. Pocas cosas hay que me gusten más que estas dos aficiones. ¿Y qué ocurre cuándo se juntas las dos? ¡Pues que siempre sale una experiencia inolvidable!

Lo explicaré mejor: la mayoría de los viajes que he hecho han sido gracias a intercambios. Los intercambios más comunes consisten en acoger a una persona en tu casa durante unos días y luego viajar al país de la otra persona y alojarte en su casa, o viceversa. Estos son mis favoritos, aunque también se pueden realizar viajes de intercambio únicamente alojándote en una familia, sin necesidad de que nadie viaje a tu casa, o se pueden hacer viajes simultáneos. Con esto último, me refiero a que cuando tú viajas a la casa de otra persona, ella viaja también a la tuya, de forma que son las familias las que conviven con el nuevo inquilino.
Aunque nunca he participado en intercambios de los de esta última opción, sí lo he hecho de las dos primeras.

Mi favorita, como ya he dicho, es la primera, porque no solamente tienes la oportunidad de practicar un idioma y sumergirte en la cultura de otro país, sino que además, si la otra persona es maja y tenéis algunas cosas en común, no será difícil ganar un nuevo amigo.
Esta forma de viajar es también la más económica: como la otra persona va a alojarse en tu casa, normalmente en estos intercambios solamente gastarás dinero en el vuelo, algunas comidas que no se hagan en la casa y algo de dinero de bolsillo (que puede variar en función de los museos y visitas culturales que se hagan). Pero te olvidas de buscar y pagar el alojamiento.
Para añadirle más puntos positivos a esta forma de viajar, también puedes practicar un idioma sin necesidad de apuntarte a alguna academia o curso para extranjeros. Como pasarás la mayor parte del tiempo con la familia anfitriona o con tu nuevo "amigo" de intercambio, te verás obligado a hablar en su idoma o en algún otro idioma universal, como el inglés. Así que, si ya has estudiado previamente una lengua extranjera o tienes algo de idea, será una ocasión perfecta para ponerla en práctica, soltarte a hablar en otro idioma —que suele ser lo que más cuesta— e incluso mejorarlo.
Algunas personas suelen ser rehacias porque piensan que pueden no sentirse a gusto conviviendo con otra familia de una cultura diferente o les asusta el hecho de no tener muchas cosas en común con, normalmente, el otro estudiante que hace el intercambio. Sí, es cierto de que en todos los viajes que he hecho, he tenido muchísima suerte al encajar perfectamente tanto con la familia como con los estudiantes de intercambio —¡Para qué voy a mentir!—, pero normalmente suelen ser personas a las que les gusta viajar, hablar idiomas o el intercambio cultural. Piensa que anterior o posteriormente, la otra persona se va a alojar o habrá estado en tu casa, así que tu familia de acogida seguramente te trate del mismo modo en que quiere que su hijo sea tratado cuando esté en tu casa.
Además, hoy en día la gente suele tener redes sociales, e-mail o skype, cosa que permite entablar conversaciones y conoceros antes de veros en persona.

Respecto al intercambio lingüístico alojándote en una familia sin necesidad de que otra persona se aloje en tu casa, también tiene cosas positivas como, por ejemplo, mayor libertad. Es como si estuvieras en un piso compartido o en una residencia durante tu estancia en el extranjero, así que también te verás obligado a utilizar un idioma, normalmente, no nativo para ti para comunicarte. La parte menos positiva es que aquí sí tienes que pagar por el alojamiento y, la mayoría de las veces, también requiere un curso de idiomas. No es un precio tan elevado como estar en una residencia, pero sí tienes que destinar un dinero de tu presupuesto del viaje a ello. Sí que es cierto que en esta opción no tienes que "devolver ningún favor", así que no tiene porqué alojarse otra persona en tu casa; cosa que está bien si no tienes mucho espacio o tiempo que dedicarle.

Del último tipo de intercambio, no puedo hablar; ya que no he participado nunca. Y, aunque no creo que dijese que no si tuviera la ocasión —¡Viajar y aprender idiomas! ¿Cómo desechar una oportunidad así?—, no creo que se convirtiese en mi forma de viajar favorita. El único inconveniente que le veo a este tipo de intercambio es que no tiene como finalidad trabar amistad con la otra persona que viaja, sino pasar a formar parte de su familia durante su ausencia. Es la familia la que lleva el peso del intercambio en sí, no el estudiante. Y sí, yo soy la típica persona a la que le encanta enseñar la ciudad a cada extranjero que viene; así que no creo que esta opción encaje mucho con mi personalidad. Aún así, apoyo totalmente estos tres tipos de viaje de intercambio lingüístico ya que los considero perfectos para que jóvenes y estudiantes como yo disfruten de países, culturas e idiomas diferentes. ¿Pero qué va a decir una chica que cayó rendida a estos proyectos y, como consecuencia, está estudiando el grado de Traducción en la universidad? ;)




Diario de viaje: Sacher Hotel. Viena (parte 4) - Austria

Continuando mi aventura por tierras austriacas, después de visitar la zona donde se encuentra el parlamento; Mireia y yo decidimos que ya era hora de merendar... ¿Y qué cosa mejor para llenar nuestro estómago que la tarta Sacher? Así que, ni cortas ni perezosas, cogimos de nuevo el metro para regresar a la zona de la Ópera de Viena y hacerle una visita al Hotel Sacher.

El Hotel Sacher es uno de los hoteles más exclusivos y caros de Viena, e igual ocurre con su café: el edificio del Café Sacher y su servicio me recordó a la serie de televisión de Gran Hotel.

En cuanto a la tarta... Me atrevería a decir que esta es la tarta austriaca más famosa. ¡Y no me extraña! Está hecha de dos pisos de bizcocho de chocolate separados con una capa de mermelada de albaricoque -como se puede comprobar y comprobé durante el viaje, los austriacos utilizan cualquier pretexto para poner mermelada de albaricoque en sus platos- y todo ello recubierto con chocolate negro. Tradicionalmente, se acompaña de una especie de nata montada con apenas azúcar; cosa que contrasta con el sabor dulce del chocolate.

Aunque no es difícil encontrar establecimientos que la vendan, reconoceréis que tiene cierto encanto comerla en el café del hotel de su fundador, y más si es por primera vez. Nosotras decidimos acompañarla de un café cappuccino caliente.









Próximo destino... ¡Salamanca!


Desde hace ya varios años, Salamanca era uno de los destinos nacionales pendientes de mi lista. Por motivos de tiempo, cada vez que solía hacer una escapada por España siempre acababa desechando este destino por encontrarse bastante lejos de Valencia, pero como parece que los años de agobio han quedado atrás y ahora que estoy en la universidad tengo más tiempo libre, ya no tenía excusa para decir que no a un viaje a Salamanca.

Creo que poca gente puede imaginar las ganas que tengo de visitar esta ciudad. De hecho, era uno de los lugares donde no me hubiera importado estudiar la carrera de traducción si no hubiese conseguido plaza en mi ciudad.

El viaje está programado para el Puente de la Constitución y la Inmaculada. Así que, aunque solamente sea de visita... ¡Nos vemos en Salamanca!


Chelo Caballero