Si hay algo que uno no puede perderse para disfrutar de Praga al máximo es pasear por sus calles al anochecer. Particularmente, nosotros no solemos salir mucho por la noche cuando viajamos: solemos madrugar para hacer turismo, por lo que acabamos agotados. Sin embargo, siempre se puede aprovechar la hora de la cena para buscar un restaurante y dar un paseo y es que, hay algunos lugares de la capital checa que son, a mi parecer, de visita oblogatoria cuando el sol se pone.
Comenzaré con la plaza Wenceslao. Como nuestro hotel estaba situado en esta plaza, tuvimos la oportunidad de transitarla a diferentes horas del día. Sin embargo, yo recomiendo visitar la plaza Wenceslao al atardecer, cuando el sol se está poniendo y todavía hay luz natural. De esta forma, se pueden contemplar todos los edificios, los tanvías y el imponente edificio del museo Nacional.
La plaza de la Ciudad Vieja es, sin duda, uno de los imprescindibles; no solamente por albergar el famos reloj Astronómico al que ya me he referido en otras entradas, sino por el ambiente en general que se respira en este lugar. Además, como nosotros fuimos en abril, coincidió que todavía estaba el mercadillo de Pascua, así que el lugar todavía tenía mucho más ambiente. El último día compré varios huevos de Pascua decorados artesanalmente, típicos de esta zona de Europa.
Desde la orilla del río Moldava accesible a la plaza de la Ciudad Vieja, se pueden tener unas vistas del puente de Carlos y el castillo de Praga increíbles. Para ser honesta, yo diría que es necesario pasear por esta zona en dos momentos del día diferentes, tanto durante el día para ver el paisaje colorido que dan los edificios de la ciudad, como al atardecer o por la noche para tener una vista panorámica del castillo y el puente iluminado.
Y, finalmente, pero no menos importante, incluiría en este paseo el edificio Fred and Ginger, que ha sido bautizado popularmente como la Casa Danzante y al que se puede llegar bordeando el Moldava desde el puente Carlos en direccion opuesta al castillo.