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Fin de semana de los Amantes en Teruel

El fin de semana de los Amantes es la fiesta más conocida y celebrada en Teruel. 

Cuando estuve hace ya unos tres años, me fascinó tanto la leyenda de los Amantes que me prometí a mí misma visitar la ciudad durante sus fiestas, para regresar al pasado y "vivir", en cierto modo, en la época de Juan Diego e Isabel. 

Las fiestas reciben el nombre de Las Bodas de Isabel de Segura y este año tuvieron lugar del 19 al 22 de febrero, fecha que apunté en mi agenda más de seis meses antes. Durante estos días, el centro de Teruel se transforma y se viste del siglo XIII para recrear la atmósfera en la que vivieron los Amantes. Las calles engalanadas, niños y mayores ataviados con ropajes de la época, puestecitos y mercadillos medievales por doquier... Y mientras tanto, se representan escenas teatrales de la historia de los Amantes de Teruel.


Sin embargo, aunque la historia de estos enamorados se ha convertido en un símbolo de Teruel, merece la pena visitar muchos otros monumentos. Aquí dejo una pequeña lista de los lugares que recomiendo visitar:

La arquitectura mudéjar de Aragón es un estilo que se puede encontrar fácilmente en varios monumentos turolenses. Se trata de un estilo que me encanta, pues me parece exótico y a la vez tradicional. Este estilo se puede ver especialmente en las escalinatas, las torres y la catedral.


 
 
 

El acueducto renacentista de los Arcos es también un monumento que merece la pena visitar. Está al lado de las murallas que separan el centro del resto de la ciudad y se puede llegar hasta allí tanto en coche como andando.



El viaducto de Teruel une el centro con la parte más moderna de la ciudad. Se pueden encontrar dos viaductos, muy cercanos el uno del otro: uno de ellos es peatonal y está adornado con esculturas de algunos escudos; el otro viaducto, el más actual, está destinado a la circulación de los coches principalmente.



Pasear y callejear por el centro histórico es también una opción muy recomendable. Simplemente para disfrutar de la arquitectura y del ambiente festivo de este fin de semana.



Y, como no, visitar el mausoleo de los Amantes de Teruel para conocer plenamente su leyenda y hacer la visita completa para ver también la Iglesia en la que se encontraron sus cuerpos, el claustro y subir a una de las torres de la ciudad.





En Teruel también se puede encontrar algún edificio modernista como la Casa de Tejidos El Torico, diseñada por un discípulo de Gaudí. Esta se encuentra en la plaza del Torico, monumento emblemático de Teruel.


Diario de viaje: Kerhinet. Países del Loira (parte 2) - Francia

Aunque ya ha acabado el año, todavía tengo varias cosas que escribir sobre el viaje que hice el verano pasado a Bretaña y Países del Loira. 
Durante la misma tarde en que visité Guérande, fui también a un pequeño pueblecito que me trasladó al Loira más auténtico: Kerhinet
A la familia francesa con la que me alojaba le costó un poco encontrarlo y tuvieron que parar el coche en más de una ocasión y girar el mapa sucesivas veces para escoger el camino correcto mientras yo ponía todos mis esfuerzos en entender sus conversaciones en francés. 
Dar con Kerhinet no fue tarea fácil pero la visita —aunque fugaz—, valió totalmente la pena.

Todas las casas de la zona de Brière guardan la misma estética: paredes blancas o de colores claros, ventanas, vallas y puertas de madera, jardines cercados cuidadosamente arreglados... Y, lo más característico de las casas de Kerhinet, tejado de paja. 

En total hay poco menos de veinte casas y algunas de ellas se pueden visitar por dentro, aunque desgraciadamente no pudimos visitar ninguna pues, cuando llegamos a Kerhinet, ya era un poco tarde para el horario de visitas.

No es que haya mucha información sobre Kerhinet, pero si vais de viaje por la zona, recomiendo visitarlo. Posteriormente, he descubierto que la mayoría de las casas no es que se hayan conservado así de bien con el transcurso del tiempo, sino que el pueblo fue restaurado hace unos años para simular la vivienda tradicional de Brière. No sé si el Kerhinet actual será o no, fiel a cómo era tradicionalmente; eso sí, aunque se puede llegar en coche hasta allí, hay que dejarlo aparcado antes de entrar y comenzar la visita a pie. 







Cambiando de tema, siento haber estado tanto tiempo sin publicar. Aunque, como cada vez que llega enero, los trabajos y exámenes de la universidad se apropian de mi agenda. Tengo varias novedades y viajes ya cerrados para el 2015, así que os iré contando. 

Diario de viaje: Guérande et ses marais salants. Países del Loira (parte 1) - Francia

La ciudad de Guérande fue otra de las ciudades que visité durante mi corta pero intensa semana en la región de Bretaña. En realidad, aunque esta ciudad perteneció antiguamente al ducado de Bretaña, actualmente se encuentra en la región de Países del Loira.

Guérande es conocida por sus salinas, famosas en toda Francia. Sin embargo, estas se encuentran a las afueras del municipio, por lo que primero visitamos el casco antiguo de la ciudad, que se encuentra rodeado de antiguas murallas de piedra.

La única visita cultural que hicimos aquí, además de ver la catedral y pasear por las calles del centro, fue visitar la fortificación. Las murallas tienen una longitud de 1300m y cuentan con cuatro puertas y seis torres. Pienso que es una visita obligada en Guérande porque, aunque lo mejor de la ciudad son sus calles adoquinadas y las tiendas de artesanías, las vistas desde la muralla son preciosas; y no es para menos: si Saint-Cado es una ciudad que ha inspirado los cuadros de un gran número de pintores, se puede decir lo mismo de Guérande en el ámbito de la literatura, ya que esta ciudad ha inspirado a escritores como Gustave Flaubert. 








 



Aún así, como ya he adelantado antes, las salinas de Guérande (o les marais salants en francés) es por lo que de verdad es conocida Guérande. Ya los antiguos romanos sacaban provecho de estas salinas gracias al comercio de la sal, por lo que la ciudad de Guérande recibe el sobrenombre de La tierra del oro blanco. En mi humilde opinión, estas marais salants son un bonito lugar para hacer una parada y sacar alguna foto, pero tampoco tiene nada que las diferencie de cualquier otra salina.




Diario de viaje: Saint-Cado, Bretaña (parte 9) - Francia

Entre unas cosas y otras, el mes de noviembre ya casi se ha ido y yo apenas he actualizado el blog. Por eso, antes de que el mes acabe y llegue el frío diciembre (y sí, espero que sea frío porque aquí en Valencia parece que estemos a principios de otoño todavía en cuanto al tiempo se refiere), vuelvo a retomar mi viaje por Bretaña. 
En la entrada de hoy, hablaré de Saint-Cado. Un pueblecito situado a unos kilómetros de la desembocadura de la ría de Etel. 

Lo primero que vi tras bajar del coche y caminar hacia la parte más céntrica de Saint-Cado fueron las aguas turbias y estancadas de la ría de Etel en verano; cosa que me desconcertó un poco y no sabía muy bien porqué la familia anfitriona se había tomado la molestia de conducir hasta allí para enseñarme el agua estancada de una ría.
Poco a poco, fui acostumbrándome a ese paisaje y me di cuenta de que aquellas ciénagas que se formaban varios metros desde la orilla por haber marea baja le daban a Saint-Cado un aspecto natural y único —e incluso me atrevería a decir que tampoco ha quedado tan mal en las fotos—.

De pronto, mi atención recayó en una modesta casita que se erguía en medio de un pequeño islote. En ese momento, Marie me explicó que era precisamente por esa casa por lo que era conocido Saint-Cado, ya que había sido (y todavía era) la protagonista de los cuadros de muchos pintores. El padre de Marie me dijo que cuando subía la marea, esa zona era de las más peligrosas de la ría de Etel, pues se formaban numerosas corrientes de agua y era muy difícil llegar hasta la casa con una barca tan endeble como la que estaba amarrada a un lado del islote.

Después de sacar un par de fotos, cruzamos el puente de Saint-Cado. Según la leyenda, este puente fue obra del demonio: la tradición cuenta que un monje del País de Gales se instaló en la isla de Saint-Cado durante los siglos VI-VII y que, para ayudar a sus fieles que tenían que recorrer varios metros en barca sorportando la fuerza de las corrientes de agua, intentó construir un puente que el agua derribó cuando subió la marea. Entonces, el diablo pactó ayudarle con la construcción del puente y que en su recompensa podría quedarse con el primer ser viviente que lo atravesara. Tras pensar quién podría ser el primero en cruzar el puente, Saint-Cado soltó un gato para que este fuese el primero en cruzar el río, así que el diablo tuvo que conformase con ello.

Finalmente, nos dirigimos hacia la iglesia romana que fundó el santo que da nombre al pueblecito, pero estaba cerrada y no pudimos visitarla por dentro. Además, justo en ese momento comenzó a llover, así que decidimos poner fin a nuestro recorrido por Bretaña por ese día y regresar a casa.







Diario de viaje: Auray, Bretaña (parte 8) - Francia


Auray es una de las ciudades típicas de la región que cumple con el perfil de la Bretagne historique y en la que tuvo lugar la batalla más importante de la Guerra de Sucesión Bretona.
Se trata de un lugar junto al Atlántico cuya ribera recibe el mismo nombre que la ciudad. Por ello, además de un precioso casco antiguo, cuenta con un puerto transitado por barcas y veleros. Aún así, lo mejor de todo es perderse por las calles empedradas con pendiente que recorren parte de la zona pesquera y que, por tanto, la mayoría de ellas van a parar al embarcadero. 
Las casas de esta zona de Auray son las mán antiguas de la ciudad y pertenecen a la ciudad alta medieval; todas ellas muestran el estilo arquitectónico tradicional de la época ya que están hechas de piedra y cuentan con entramados de madera, mientras que el tejado de muchas casas todavía conserva la famosa ardoise o pizarra como elemento principal.












Fue precisamente en una de estas calles en la que tanto la familia anfitriona como yo disfrutamos de un crêpe, aunque, también tengo que decir que, después de haber probado los crêpes y galettes caseras de la madre de Marie, este dejó mucho que desear.

Tanto Marie como su familia me recomendaron probar le caramel au beurre salé, una crema pastosa de caramelo líquido que se caracteriza por llevar la tradicional mantequilla con sal gruesa de Bretaña. No soy muy fanática del caramelo, así que no me terminó de convencer el sabor peculiar de esta crema junto con el crêpe; al final opté por pedir uno de sirope de chocolate con helado de vainilla y nata.
Eso sí, el sitio era el típico bistrot bretón, con manteles de cuadros rojos y blancos, por lo que me alegré de que hubieran escogido este lugar para merendar.




Tras reponer fuerzas, seguimos paseando por la ciudad hacia la parte más señorial. Se nota sobre todo por el cambio de estilo en la arquitectura de los edificios, especialmente del ayuntamiento y la calle principal, ya que poco tienen que ver con la zona junto al mar.





Diario de viaje: La Côte Sauvage de Quiberon. Bretaña (parte 7) - Francia

Quiberon es uno de los lugares que más me gustó de Bretaña —vaya, ha sido una bonita confesión para empezar esta entrada—. Estuvimos poco más de hora y media en este precioso lugar, pero fue tiempo más que suficiente para que me enamorase de él.



Quiberon es una comuna francesa situada en la región de Bretaña. Sin embargo, lo más famoso y característico de este lugar es su costa, que recibe el nombre de La Côte Sauvage.
Se trata de un lugar precioso e idílico, perfecto para disfrutar del paisaje y pasear por los 8 kilómetros de sendero que recorren los acantilados desde el Château Turpault.
Nosotros no lo recorrimos todo, pero sí que disfrutamos del sol y del buen tiempo. ¡He incluso conseguimos bajar por un acantilado a una pequeña cala para mojarnos los pies en el agua! Para una chica del Mediterráneo como yo, estaba helada. De hecho, no sé si se puede apreciar en la última fotografía, en la que estamos Marie y yo mojándonos los pies, pero en cuanto la ola se aproximó, puse los pies de puntillas.






Lo anecdótico de esta visita fue que, al llegar a casa horas más tarde, toda la familia francesa con la que vivía estaba roja como un tomate debido a la hora que habíamos pasado paseando por los acantilados. La quemadura de la piel fue tal que unos a otros se iban pasando la botella de After-sun. Sin embargo, yo había perdido parte de mi bronceado desde que había llegado a Bretaña, por lo que nos sirvió para bromear con el tema durante unos días. 

"Después de la tormenta siempre llega la calma", se suele decir. Y yo lo pude comprobar ese mismo día: la tormenta que nos recibió en Carnac quedó prácticamente olvidada tras disfrutar del océano que baña la costa de Quiberon.





Diario de viaje: Carnac y La Trinité sur mer. Bretaña (parte 6) - Francia


Uno de los días por Bretaña, mi familia anfitriona me llevó a hacer un recorrido en coche por varios pueblos y ciudades de la región. Los días previos a este viaje, estábamos todos pendientes de la previsión meteorológica y, aunque el cielo no prometía estar del todo soleado, decidimos llevarlo a cabo.
En la primera parada, aprovechamos para visitar los conocidos Alineamientos de Carnac, el sitio neolítico por excelencia de Bretagne.

Estos alineamientos se sitúan entre el V y III milenio a.C. y fueron erigidos por comunidades sedentarias que se dedicaban a la ganadería y a la agricultura. Se trata de construcciones de piedra alineadas en filas de menhires y recintos, tumbas individuales (cerros) y colectivas (dólmenes).

Como suele ocurrir con este tipo de lugares, varias leyendas y creencias se basan en este sitio. Una de ellas es la leyenda de San Cornelio, según la cual, los megalitos de Carnac eran romanos petrificados; aunque, posteriormente, en el siglo XIX también se ha dicho que este lugar podría tratarse de un antiguo templo celta.

Sea lo que fuere, estos alineamientos ocupan varios kilómetros, por lo que la visita turística requiere tiempo. Además, también se puede visitar el museo de prehistoria que ilustra la evolución del ser humano en Bretaña desde el Paleolítico hasta la Edad Media.
Este museo fue nuestra salvación, porque una tormenta descomunal nos recibió nada más llegar a Carnac. Por suerte, no duró más que unos veinte minutos, así que visitamos dicho museo y, posteriormente, paseamos junto a los alineamientos. Pero, como estaba todo embarrado, acabamos por poner rumbo a otra ciudad tras haber sacado un par de fotos.

Nuestra segunda visita terminó por ser La Trinité sur mer. Fue, más que nada, una parada provisional para esquivar la tormenta que avanzaba en dirección Oeste, persiguiendo las ciudades que teníamos previsto visitar. De esta forma, al situarse un poco más al Este (por lo que en realidad retrocedimos unos kilómetros), pudimos incluso disfrutar de algunos rayos de sol.

En cuanto el reloj marcó las doce, mi familia anfitriona decidió que era la hora de la comida y que debíamos aprovechar esta parada provisional no solo para ver el lugar sino también para comer. Quizás era un poco pronto para mí, pero no dudé en sentarme con ellos para disfrutar de una comida con vistas al Atlántico ;)




Diario de viaje: Los yacimientos de Monteneuf, Bretaña (parte 5) - Francia

La siguiente parada que hicimos ese día fue visitar la zona arqueológica más conocida de Monteneuf. 
Como ya dije en una de las entradas anteriores, Bretaña se caracteriza por los yacimientos arqueológicos magalíticos, así que mi familia anfitriona se interesó por llevarme a varios de ellos. 
Unas horas antes, habíamos visitado los yacimientos megalíticos de Saint-Just; pero, como no logramos encontrar más que una decena de menhires —motivo por el que la visita nos decepcionó bastante a todos—, mis expectativas con respecto a volver a visitar un yacimiento de este tipo no eran muy altas.
Eso sí, a diferencia de los anteriores, la ruta que había que seguir hasta llegar a la Archeosite de Monteneuf estaba señalizada por varios carteles e indicaciones; así que, afortunadamente, pudimos encontrar el camino.
Finalmente, encontramos los yacimientos arqueológicos de Monteneuf, conocidos en francés con el nombre de Les Pierres Droites.




El yacimiento de Les Pierres Droites se trata de unos enormes menhires de la época del Neolítico que lleva más de 5500 años al sur del bosque de Brocéliande y que puede visitarse gratuitamente.
Junto a estas enormes piedras han creado un área en la que han tratado de reconstruir la organización de una cantera megalítica y reflejar aspectos de la vida cotidiana durante ese período de la historia.








Diario de viaje: La Gacilly. Bretaña (parte 4) - Francia

Después de nuestro intento por visitar los yacimientos de Saint-Just, decidimos ir a lo seguro y visitar la pequeña ciudad de La Gacilly.

Si en algo se asemeja La Gacilly a Rochefort-en-Terre es en la tranquilidad que transmite su paisaje: todas las calles de piedra están decoradas con flores y plantas que hacen que el lugar se convierta en un sitio muy agradable para pasar una tarde de verano. 

Es precisamente en La Gacilly de donde es originaria la conocida marca de cosmética vegetal Yves Rocher. El fundador, que da nombre a la firma, comenzó su negocio gracias a la fundación de un jardín botánico y un hotel-spa ecológico. El primero se puede visitar durante los meses de verano, mientras que el segundo todavía sigue en funcionamiento siendo día tras día más conocido gracias a las tiendas de cosmética que se han extendido a nivel internacional bajo este nombre. 

Tras visitar una tienda de esta marca, continuamos disfrutando de las cálidas temperaturas de verano dando un paseo por las calles de este pintoresco lugar y las orillas del río Aff.






La región de Bretaña es especialmente conocida por sus productos artesanales, y lo mismo ocurre con La Gacilly. Curioseamos por varias tiendas de artesanía de cuero y madera, arte y pintura y joyería, mientras Marie me explicaba cosas sobre su región.
Finalmente, siguiendo su recomendación, compré una docena de Macarons artesanales en Pierre Morel. Los sabores elegidos fueron los de frambuesa, pistacho y vainilla. Sin duda, no podía irme de Francia sin volver a comprar macarons.
Para mi sorpresa, estaban muchísimo mejor que los que compré en París, así que fue la mejor compra que hice en todo el viaje :D



Tras tomarnos un helado y reponer fuerzas, estuvimos viendo la exposición de fotografías al aire libre que decora la calles de La Gacilly durante los meses más calurosos del año. Es el festival de fotografía al aire libre más grande de Francia, así que no podíamos irnos de La Gacilly sin verlo.






Diario de viaje: los yacimientos perdidos de Saint-Just. Bretaña (parte 3) - Francia

Parece que desde que ha vuelto la rutina universitaria, he dejado un poco olvidado el blog. Aún así, desde verano he podido hacer varios viajes y escapadas que todavía no os he contado y sobre los que, por supuesto, quiero escribir.

Retomando el viaje por la Bretaña francesa que hice durante el mes de julio, hoy toca dedicarle una entrada a Saint-Just: una población del cantón de Pipriac.
La familia anfitriona me había contado que especialmente esa zona es conocida por los yacimientos megalíticos, así que el primer plan de esa tarde fue visitar los dólmenes y menhires de Saint-Just. No visité el pueblo, ya que me llevaron directamente a las afueras, campo a través, para poder verlos.
A pesar de que la familia insistía en que en esa zona había varios yacimientos y aseguraba que los encontraríamos, solamente dimos con un pequeño yacimiento del Neolítico; porque, todo sea dicho, las indicaciones para encontrar el camino brillaban por su ausencia.

El tamaño de muchos de los menhires nos triplicaba la altura, aunque debo decir también que me esperaba algo parecido a Stonehenge, por lo que me decepcionó un poco la visita. No sé si mi familia anfitriona francesa se percató de ello, si también a ellos les ocurrió lo mismo por no haber conseguido encontrar más yacimientos... O fue un poco de todo; pero no se dieron por vencidos tan fácilmente y durante las próximas horas me llevaron a ver los yacimientos arqueológicos de Monteneuf y Carnac. Por lo que acabamos por tomarnos con humor esta "expedición" fallida y estuvimos bromeando sobre ello el resto de la semana.

¿La mejor parte de la visita a Saint-Just? ¡Pude disfrutar de la típica randonnée de la que tanto había oído hablar en los libros de texto cuando estudiaba francés! No hay mal que por bien no venga ;)