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Vigeland, Museo Nacional, Akershus y Tjuvholmen - Oslo (parte 3), Noruega


Nuestro tercer día en Oslo comenzó con la visita a uno de los lugares más conocidos de la capital noruega: el parque de Vigeland. Tras un copioso desayuno en el hotel y un trayecto de aproximadamente media hora en tranvía, llegamos a este precioso parque que es, sin duda alguna, una visita obligada para todo turista dispuesto a impregnarse de la esencia de Oslo.
Noruega siempre se ha caracterizado por sus parques y entornos naturales, pero es el parque de Vigeland, también conocido como el parque de las esculturas, el lugar más famoso de Oslo. La entrada al parque es gratuita y, como el tiempo acompañaba, pudimos dedicar gran parte de la mañana a pasear por las inmediaciones, tomar diversas fotografías y, como no, contemplar embelesados las expresiones de las estatuas. No sé si solo me habrá pasado a mí, pero tuve la sensación de que este precioso lugar cuenta con la combinación perfecta entre naturaleza y arte.




Sobre las dos de la tarde ya estábamos en el centro de Oslo. Allí paramos a comer algo rápido, pues queríamos aprovechar al máximo nuestro último día de turismo. En realidad, lo que no queríamos era perdernos la visita al Museo Nacional de Oslo: nos negábamos a marcharnos de Oslo sin disfrutar de la obra más famosa de Edvard Munch. Habíamos dejado las visitas a los museos para el domingo porque la entrada a muchos de ellos es gratuita ese día de la semana. Eso sí, con un horario un tanto limitado ya que, como la gran mayoría de los establecimientos en Noruega, cierra sus puertas a las cinco de la tarde. Además, casi todos los museos suelen permanecer cerrados los lunes, así que si dejábamos pasar esa oportunidad, no podríamos ver la pintura de el grito antes de irnos. Afortunadamente, no solo tuvimos tiempo de admirar la famosa pintura de Munch, sino que también pudimos dar una vuelta por la mayoría de las salas de arte del museo.




Como la gran mayoría de los museos cerraban a las cinco de la tarde, decidimos ir a pasear por la fortaleza de Akershus. La habíamos visto desde el muelle en el que nos recogió el barco para llevarnos a Lindøya el día anterior, pero todavía no habíamos explorado su recinto. La idea resultó ser de lo más acertada, pues pudimos disfrutar del idílico paisaje otoñal de los jardines y de unas maravillosas vistas al fiordo de Oslo.





Al caer la tarde, fuimos a pasear por el lujoso barrio de Tjuvholmen, una zona residencial junto al mar. Independientemente de alguna que otra cafetería y galería de arte, esta zona no se caracteriza por sus atracciones turísticas. Aún así, se ha convertido en una zona muy demandada por sus lujosos apartamentos. Nosotros nos limitamos a pasear por sus calles y a disfrutar de la fusión del moderno diseño de los edificios y los canales. Sin embargo, la humedad por estar tan próximos al puerto comenzó a calar en nuestro cuerpo, así que decidimos ir a cenar a Vapiano, uno de mis restaurantes favoritos cuando viajo al extranjero. Y así, con una suculenta cena, nos despedimos de nuestro último día de turismo en Oslo.


2 comentarios

  1. Me están gustando los diarios de este viaje!
    Un abrazo :)

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    Respuestas
    1. ¡Me alegra que te estén gustando! Muchas gracias por tu comentario :)
      Un abrazo,

      Chelo

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