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El casco histórico de Fráncfort - Alemania




No cabe duda de que Fráncfort del Meno es una ciudad mundialmente conocida por los sectores económico y empresarial. Aunque tengo pensado dedicar una entrada a hablar únicamente de ello, esta se la quiero dedicar al casco histórico de la ciudad. Puede que, a priori, el centro histórico no sea tan conocido, pero uno de los puntos a favor de Fráncfort es precisamente la gran oferta turística y cultural que ofrece —más allá de los sectores anteriormente citados—, cosa que puede determinar nuestra elección a la hora de hacer un curso de alemán en el extranjero.  

El casco histórico de la ciudad más conocida del estado de Hesse se centra, sobre todo, en la zona del Römer, pues cuenta con los edificios más tradicionales de Fráncfort: se trata de edificios de poca altura construidos con el característico entramado de madera. Aunque representan el estilo propio del siglo XVI, estos fueron reconstruidos tras la Segunda Guerra Mundial gracias a algunas fotografías, dibujos y planos. En esta plaza encontramos también el Ayuntamiento, la fuente de la Justicia y la iglesia Alte Nikolaikirche.

Dos de los accesos más conocidos para llegar hasta el Römer son los puentes Eiserner Steg y Alte Brücke. Por una parte, el Eiserner Steg es el que queda más cerca de la residencia de Sprachcaffe y es por el que suelo ir al centro mientras disfruto de las vistas de la ciudad. Se trata de un puente de hierro peatonal con unas vistas panorámicas preciosas de la zona financiera a lo lejos en el que es habitual encontrarse con alguna que otra pareja de enamorados poniendo un candado en el puente y lanzando las llaves de este al río. Por otra parte, el Alte Brücke es un puente que fue reconstruido, por lo que es relativamente reciente. Sin embargo, ha mantenido el nombre del puente original.

A pocos metros del Römer y muy cerca del río tenemos la plaza de la Catedral en la que, además de la catedral, se encuentran varios museos de arte moderno, la Casa de la Balanza de Oro (Haus zur Goldenen Waage) y la Casa del Lino (Leinwandhaus). Aunque puede que la subida se haga algo pesada, recomendaría, sin lugar a duda, subir a la torre de la catedral. La tarifa de estudiante es muy económica y las vistas desde lo alto de la torre son maravillosas: se puede ver la zona del río, el centro histórico y los rascacielos del distrito financiero, así que vale la pena enfrentarse a tantos escalones.







Si caminamos desde el Römer en dirección opuesta al Meno, daremos con una de las plazas con más ambiente del centro histórico de Fráncfort, la Paulsplatz, que le debe su nombre a la antigua iglesia Paulskirche que se encuentra en la misma plaza. Sin embargo, esta iglesia fue desacralizada y posteriormente su edificio se convirtió en la sede del primer parlamento de Alemania. A día de hoy es un edificio público más en cuyo interior alberga una pequeña exposición de fotografías donde se cuenta la historia del edificio y que se puede visitar de forma gratuita. 

Además de una gran variedad de cafeterías y restaurantes, en la Paulsplatz encontramos también el edificio del Registro Civil, que contrasta con los edificios más modernos situados a su espalda.






Si desde este punto caminamos hacia el edificio de la Ópera, seguramente demos con otros puntos de gran interés turístico del centro histórico de Fráncfort como son la plaza Liebfrauenberg, la puerta Eschenheimer y la plaza de la Bolsa. Además, una de las cosas que más me gustó de Fráncfort es la infinidad de parques y zonas verdes que tiene. De hecho, la muralla que delimitaba la ciudad antigua se ha convertido en un anillo verde de varios kilómetros en el que habitan simpáticas liebres y ardillas. Sin embargo, de todo esto, os hablaré en la próxima entrada, que estará dedicada al distrito financiero.

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