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Mi forma favorita de viajar: intercambios lingüísticos



Viajar y aprender idiomas. Pocas cosas hay que me gusten más que estas dos aficiones. ¿Y qué ocurre cuándo se juntas las dos? ¡Pues que siempre sale una experiencia inolvidable!

Lo explicaré mejor: la mayoría de los viajes que he hecho han sido gracias a intercambios. Los intercambios más comunes consisten en acoger a una persona en tu casa durante unos días y luego viajar al país de la otra persona y alojarte en su casa, o viceversa. Estos son mis favoritos, aunque también se pueden realizar viajes de intercambio únicamente alojándote en una familia, sin necesidad de que nadie viaje a tu casa, o se pueden hacer viajes simultáneos. Con esto último, me refiero a que cuando tú viajas a la casa de otra persona, ella viaja también a la tuya, de forma que son las familias las que conviven con el nuevo inquilino.
Aunque nunca he participado en intercambios de los de esta última opción, sí lo he hecho de las dos primeras.

Mi favorita, como ya he dicho, es la primera, porque no solamente tienes la oportunidad de practicar un idioma y sumergirte en la cultura de otro país, sino que además, si la otra persona es maja y tenéis algunas cosas en común, no será difícil ganar un nuevo amigo.
Esta forma de viajar es también la más económica: como la otra persona va a alojarse en tu casa, normalmente en estos intercambios solamente gastarás dinero en el vuelo, algunas comidas que no se hagan en la casa y algo de dinero de bolsillo (que puede variar en función de los museos y visitas culturales que se hagan). Pero te olvidas de buscar y pagar el alojamiento.
Para añadirle más puntos positivos a esta forma de viajar, también puedes practicar un idioma sin necesidad de apuntarte a alguna academia o curso para extranjeros. Como pasarás la mayor parte del tiempo con la familia anfitriona o con tu nuevo "amigo" de intercambio, te verás obligado a hablar en su idoma o en algún otro idioma universal, como el inglés. Así que, si ya has estudiado previamente una lengua extranjera o tienes algo de idea, será una ocasión perfecta para ponerla en práctica, soltarte a hablar en otro idioma —que suele ser lo que más cuesta— e incluso mejorarlo.
Algunas personas suelen ser rehacias porque piensan que pueden no sentirse a gusto conviviendo con otra familia de una cultura diferente o les asusta el hecho de no tener muchas cosas en común con, normalmente, el otro estudiante que hace el intercambio. Sí, es cierto de que en todos los viajes que he hecho, he tenido muchísima suerte al encajar perfectamente tanto con la familia como con los estudiantes de intercambio —¡Para qué voy a mentir!—, pero normalmente suelen ser personas a las que les gusta viajar, hablar idiomas o el intercambio cultural. Piensa que anterior o posteriormente, la otra persona se va a alojar o habrá estado en tu casa, así que tu familia de acogida seguramente te trate del mismo modo en que quiere que su hijo sea tratado cuando esté en tu casa.
Además, hoy en día la gente suele tener redes sociales, e-mail o skype, cosa que permite entablar conversaciones y conoceros antes de veros en persona.

Respecto al intercambio lingüístico alojándote en una familia sin necesidad de que otra persona se aloje en tu casa, también tiene cosas positivas como, por ejemplo, mayor libertad. Es como si estuvieras en un piso compartido o en una residencia durante tu estancia en el extranjero, así que también te verás obligado a utilizar un idioma, normalmente, no nativo para ti para comunicarte. La parte menos positiva es que aquí sí tienes que pagar por el alojamiento y, la mayoría de las veces, también requiere un curso de idiomas. No es un precio tan elevado como estar en una residencia, pero sí tienes que destinar un dinero de tu presupuesto del viaje a ello. Sí que es cierto que en esta opción no tienes que "devolver ningún favor", así que no tiene porqué alojarse otra persona en tu casa; cosa que está bien si no tienes mucho espacio o tiempo que dedicarle.

Del último tipo de intercambio, no puedo hablar; ya que no he participado nunca. Y, aunque no creo que dijese que no si tuviera la ocasión —¡Viajar y aprender idiomas! ¿Cómo desechar una oportunidad así?—, no creo que se convirtiese en mi forma de viajar favorita. El único inconveniente que le veo a este tipo de intercambio es que no tiene como finalidad trabar amistad con la otra persona que viaja, sino pasar a formar parte de su familia durante su ausencia. Es la familia la que lleva el peso del intercambio en sí, no el estudiante. Y sí, yo soy la típica persona a la que le encanta enseñar la ciudad a cada extranjero que viene; así que no creo que esta opción encaje mucho con mi personalidad. Aún así, apoyo totalmente estos tres tipos de viaje de intercambio lingüístico ya que los considero perfectos para que jóvenes y estudiantes como yo disfruten de países, culturas e idiomas diferentes. ¿Pero qué va a decir una chica que cayó rendida a estos proyectos y, como consecuencia, está estudiando el grado de Traducción en la universidad? ;)




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