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Cuatro horas en Fuenterrabía


Conociéndome, cualquier persona diría que para mí cualquier excusa es buena para viajar. Y sí, es cierto. En plena temporada de exámenes, cuando apenas me quedaba tiempo para respirar, Sergio me propuso hacer un viaje a Francia. En un principio, el pretesto de pasar unos días en Burdeos era visitar a uno de sus amigos que estaba allí estudiando, pero lo cierto es que al final no solo visitamos esta ciudad francesa, sino que también aprovechamos el viaje para hacer algunas paradas y visitar dos ciudades fronterizas. Así fue como acabamos en Fuenterrabía, una ciudad con encanto situada en Guipúzcoa. 

Apenas pasaríamos unas horas visitando la ciudad, pero queríamos aprovecharlas al máximo. Tanto fue así que, en cuanto bajamos del avión, nos pusimos rumbo al centro de la ciudad, ¡aunque solo eran las siete de la mañana! Como era de esperar, nos encontramos con que todos los locales estaban cerrados, por lo que pudimos disfrutar de una inmensa tranquilidad. Deambular por las calles adoquinadas del Casco Viejo y la muralla medieval a esas horas de la mañana fue todo un lujo. Además, el frío del norte nos vino muy bien para despejarnos del madrugón.





Cuando la oficina de turismo abrió, consultamos cómo cruzar la frontera. Allí nos aconsejaron coger una barca que cruza la frontera natural que separa las ciudades de Fuenterrabía y Hendaya por un módico precio. Y eso fue lo que hicimos, no sin antes dar una vuelta por el barrio de la Marina, que se caracteriza por sus bares y restaurantes decorados con el típico estilo vascuence.






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