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Días caóticos


Los últimos días han sido un auténtico no parar: hacer mil y un malabares para cumplir con todas las fechas de entrega, realizar tareas de la universidad, dedicar tiempo al curso de enseñanza de español para extranjeros, las clases de alemán, preparar las clases privadas de inglés... Como uno puede imaginar, la rutina se ha convertido para mí en un deporte de riesgo. Tan solo hace un mes y medio que comenzó el cuatrimestre y no sabéis lo mucho que necesitaba un respiro. Por suerte, las fiestas de Valencia están a la vuelta de la esquina y eso quiere decir que podré disfrutar de unos días de vacaciones en los que, seguro, encontraré momentos para desconectar —aunque tenga que pasar gran parte de estos días en casa adelantando tareas y trabajos de la universidad—. 

A todo ello hay que sumarle la incertidumbre de no saber qué me deparará el curso que viene. Sé que quiero completar mis estudios con un máster, pero, dado que todavía estoy barajando diversas opciones, creo que al final optaré por inscribirme en varios cursos de posgrado y elegiré una vez sepa en cuáles he sido aceptada. En un principio, creo que continuaré mis estudios universitarios en España o, al menos, de momento. Aun así, estoy pendiente de recibir la resolución de alguna beca para irme a estudiar al extranjero este verano. Llevo cruzando los dedos desde que mandé mi candidatura y, aunque soy consciente de la gran cantidad de candidatos que las solicitan, mis ganas por ser elegida hacen que todavía no haya perdido la esperanza. 

Como veis, mis días transcurren entre el agobio de la rutina y la incertidumbre, pero, a fin de cuentas, no me puedo quejar. Además, el fin de semana pasado, Sergio y yo fuimos a desayunar a Bastard Coffee and Kitchen (C/ Leandro de Saralegui 1, Valencia), una cafetería de lo más acogedora. Yo ya había ido con mis amigas en varias ocasiones, pero al fin conseguí convencer a Sergio de ir a desayunar juntos. Pedimos el brunch London Menú, toda una dosis de colesterol que nos supo a gloria.   

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