El penúltimo día de nuestro viaje a París lo dedicamos a visitar el palacio más famoso de, me atrevería a decir, toda Francia: el Palacio de Versalles.
Tras varios intentos de madrugar y levantarnos a primera hora de la mañana, cogimos un tren con destinación Versailles. Así que, entre unas cosas y otras, llegábamos a la ciudad que lleva el mismo nombre que el palacio a mediodía. Tanto el viaje de ida como el de vuelta se me hizo bastante largo —¡y eso que solamente dista unos 17km de París!—, pero tuvimos que hacer varios transbordos de metro antes hasta llegar a la estación de trenes.
Si soy sincera, tampoco puedo opinar mucho de este lugar, porque todo lo que vimos de esta ciudad fueron las dos grandes avenidas que llevan de la estación de trenes al famoso palacio.
Tanto los edificios de Le château de Versailles como los alrededores del palacio son preciosos y divisar a lo lejos la entrada principal separada por una gran explanada mientras subes la gran avenida es espectacular.
Eso sí, cuál fue nuestra sorpresa cuando vimos que cientos y cientos de turistas esperaban en una kilométrica cola para visitar el interior del palacio. Así que, armándonos de paciencia, nos dispusimos a que llegara nuestro turno.
Hacia las tres de la tarde, conseguimos entrar. Fueron unas tres horas de espera, pero ya que habíamos cogido el tren para llegar hasta allí, había que aprovechar la ocasión. Además, la entrada para estudiantes es gratuita, así que no podíamos irnos de Versailles sin ver el interior del palacio.
Las estancias del palacio tampoco tienen mucho en particular, ya que son bastantes similares a los palacios europeos de, aproximadamente, la misma época (de hecho, me recordaron mucho a los del Palacio Real de Madrid y el Palacio de Schönbrunn de Viena). Eso sí, como punto a favor diré que me encantó la exposición pictórica que hay al principio, ya que muchos de los cuadros que se muestran los había estudiado en el colegio, así como recorrer muchos de los escenarios en los que se grabó la película de María Antonieta, dirigida por mi directora de cine predilecta, Sofia Coppola.
Es mucho lo que se puede decir de la historia de este palacio, pero imagino que la mayoría, por unas cosas o por otras, conoceréis ya varios datos sobre esta espectacular mansión del siglo XVII en la que residieron los monarcas entre Luis XIV y Luis XVI. Tras la muerte de este último durante la revolución francesa, el palacio fue saqueado por el pueblo; aunque volvió a recobrar parte de su esplendor a partir de la época de Napoleón Bonaparte.
Como ya habíamos entrado al museo bastante tarde, se nos hicieron las cinco de la tarde cuando terminamos la visita; por lo que tuvimos que dejar el paseo por los descomunales jardines del palacio para otra ocasión. Aún así, hicimos algunas fotos a la salida.
Quizás, si me leéis desde hace tiempo, sabréis que me encanta escribir postales y cartas. Al llegar al apartamento, aprovechamos para escribir algunas postales que habíamos comprado y así poder mandarlas al día siguiente.
Anda que no lo habéis pasado bien ni nada...! Y otra con las postales, como Carol! Jajaja
ResponderEliminarUn saludo y a seguir viajando!
Pues ya sabéis que los jardines os están esperando para otra ocasión, nosotros vimos Palacio y jardines en invierno y ya estaban preciosos, viendo las fotos tan verdes debían estar muy floridos en la época que estuvisteis, como siempre, algo para ver en una futura visita :D
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