Como ya os anuncié en las entradas anteriores, mi último viaje ha sido por tierras austriacas. Más concretamente, pasé cinco dÃas en la ciudad de Viena visitando a una de mis mejores amigas que está allà disfrutando de su año Erasmus.
Cogà un avión con destino Mallorca a primera hora de la tarde y, dejando atrás mis preocupaciones de si sabrÃa encontrar la puerta de embarque correspondiente para coger el siguiente vuelo (a mi favor debo decir que apenas me costó encontrarla), llegué a Viena sobre las once de la noche.
Tras recoger la maleta, me encontré con Mireia, la cual me estaba esperando en el aeropuerto.
Para llegar al hotel donde me alojarÃa durante mi estancia en la ciudad, optamos por coger un taxi. Ella ya me habÃa advertido de las elevadas tarifas que tienen los taxis allà pero dado que era casi medianoche y que los últimos trenes y metros que hubiéramos tenido que coger hasta llegar al hotel dejaban de pasar a las doce, escogimos esta opción. Además, a ninguna de las dos nos hacÃa especial ilusión quedarnos colgadas en alguna de las estaciones de transbordo o ir las dos solas en compañÃa de una maleta por las calles de Viena a esas horas.
El taxista, muy amablemente, cargó mi equipaje en el maletero de coche y nos llevó hasta el hotel. El trayecto duró algo más de media hora y eso se resume en... ¡47€! Pero bueno, al fin y al cabo, no Ãbamos a coger un taxi todos los dÃas.
Al dÃa siguiente, a las nueve y media, empezamos nuestra ruta por Viena en compañÃa de un café del Starbucks, la cámara de fotos y una guÃa turÃstica sobre Austria. ¡Qué buena forma de empezar el dÃa!
Lo primero que hice fue sacar el billete de transporte público para poder coger un número ilimitado de metros, tranvÃas y buses durante 72 horas por 15'40€, un precio nada desorbitado teniendo en cuenta lo del taxi del dÃa anterior. De esta forma, llegamos a la zona del
Museums Quartier, uno de los más famosos museos de arte.
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Entre los dos edificios idénticos de los museos de Historia Natural e
Historia del Arte, se encuentra la estatua de Maria Theresa. |
Seguimos nuestro itinerario y, en un par de minutos, llegamos al
palacio imperial de Hofburg, residencia de invierno de la realeza austriaca y, actualmente, residencia del presidente. Junto a este palacio, se encuentra la biblioteca nacional.
En la parte trasera del Palacio de Hofburg, se encuentra la entrada a
Augustinerkirche. Este templo gótico, fue la iglesia de la dinastÃa de los Habsburgo y es conocida por ser el lugar en el que el emperador Francisco José contrajo matrimonio con Sissi.
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La Josefsplatz se encuentra a espaldas de dicho palacio |
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Augustinerkirche |
En el interior de esta iglesia, además del mausoleo de Alberto de Sajonia, se puede encontrar también la sala en la que se guardan una gran cantidad de los corazones embalsamados de los emperadores austriacos.
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Mausoleo de Alberto de Sajonia |
Al salir, fuimos hacia dos de las calles más transitadas y lujosas del centro, Kohlmarkt y Graben. Vale que el presupuesto se nos iba un poco de las manos pero pasear por esas calles es gratis, ¿no?
En la calle Graben se encuentra la
columna de la peste, o
Pestsäule, mandada construir en 1679 por Leopoldo I como conmemoración a las vÃctimas que esta epidemia se habÃa llevado.
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Foto de la calle Graben y su famosa columna de la peste |
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Foto de parte de la catedral de Viena desde la calle Graben |
Para terminar nuestra primera visita por el centro de Viena, fuimos a ver el
Hoh mkt: un reloj que me recordó al que vi en la
universidad de Cracovia años atrás. Cada hora, sale un muñequito diferente del interior del reloj, como si fuera un reloj de cuco, pero se diferencia de este último porque todas figuritas no son pájaros, sino que representan a un personaje conocido en la historia austriaca. Al mediodÃa, todos los muñecos salen del reloj al estilo del conocido reloj de Praga.
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